Huelgas, disturbios, batallas campales y hasta muertos en las protestas contra las presuntas políticas de austeridad aplicadas por el Gobierno de Grecia bajo presión de la UE. Unas políticas de austeridad cada vez más vilipendiadas y criticadas desde diversos ámbitos por creer que están empeorando y alargando la difícil situación del país heleno.
Sin embargo, el enésimo informe del Fondo Monetario Internacional (FMI), elaborado por el equipo destinado a revisar las cifras y las actuaciones de Atenas, nos da cuenta de una situación radicalmente distinta, en la que las políticas de contención y reducción del gasto público brillan por su ausencia y las reformas estructurales no se implementan a pesar de ser aprobadas por el Parlamento tras las exigencias de Bruselas.
El propio jefe de la delegación internacional, Poul Thomsen, ha admitido hace unos días que se ha confiado demasiado en el incremento de ingresos vía subida de impuestos, y que las medidas fiscales y estructurales comprometidas no se han llegado a implementar durante 2011.
Si a la nula aplicación de políticas de austeridad y de reformas estructurales se le añade que la situación de la economía griega es, de por sí, insostenible, se explica el por qué, tal y como recoge el propio informe, la economía helena se haya deteriorado durante el presente ejercicio, año en el que incluso se esperaba el inicio de la recuperación.
Así, el documento del FMI revisa a la baja los principales indicadores económicos, como el decrecimiento del PIB -mayor de lo esperado-, una tasa de paro que ha alcanzado el 16,5%, un incremento en la contracción del crédito, y un suma y sigue que dan testimonio de que las cosas en Grecia van de mal en peor. Y ello, precisamente, porque el Gobierno, en lugar de liberalizar la economía, incrementa los impuestos, no reduce el gasto público ni aplica las reformas estructurales.
Incremento de impuestos
Si bien es cierto que se ha reducido en parte la tributación en el Impuesto sobre Sociedades (por ejemplo, disminución del tipo impositivo del 40% al 20% sobre los beneficios distribuidos), la estrategia fiscal diseñada a medio y largo plazo (MTFS) por la troika y aceptada por el Gobierno griego -cuya implementación se completará en años venideros- se basa fundamentalmente en incrementar la tributación a las personas físicas, ya sea a través del Impuesto sobre la Renta o sobre el Patrimonio, ya sea a través del IVA o los Impuestos Especiales.
Sobre el Impuesto sobre la Renta, las directrices contempladas en la MTFS se han centrado en eliminar deducciones, reducir el umbral que exime de tributar por este impuesto e introducir nuevas cargas a las rentas personales.
Respecto al Impuesto sobre el Patrimonio, la estrategia adoptada se focaliza en reducir el umbral que exime de tributar por este impuesto, al mismo tiempo que se elevan los tipos impositivos mínimos o, incluso, se introducen nuevos impuestos como, por ejemplo, sobre el lujo -que gravan la adquisición de vehículos de alta gama, embarcaciones y otro tipo de bienes-.
Sin embargo, es la imposición indirecta la que ha sufrido un mayor incremento. Así, el IVA se ha subido en un 20%, llegando a fijarse su tipo impositivo general en el 23%. Todavía ha sido mayor la subida de los impuestos especiales sobre la gasolina, tabaco y bebidas alcohólicas: un 33%.
En vista de este sustancial incremento fiscal, ha sido el propio Jefe de la delegación del FMI en Grecia el que concluyó el pasado martes que en 2011 "hemos alcanzado el límite de lo que se puede conseguir a través de subidas de impuestos", por lo que se hace necesario reorientar la estrategia tributaria por la vía de la eficiencia en la gestión y recaudación más que en la de subir de nuevo los impuestos.
Nula disminución del gasto público
Y aunque el incremento de los impuestos ya es de por sí un revés para una economía en recesión, a ello hay que sumar la pobre actuación del Gobierno griego, que ha sido incapaz de reducir el déficit según lo previsto.
A pesar de los muchos anuncios que han efectuado las autoridades helenas para implementar una política de austeridad, lo cierto es que la disminución del gasto público durante 2011 no ha experimentado apenas reducción sino, incluso, un aumento en términos generales.
Así, los últimos datos de ejecución presupuestaria disponibles para el presente ejercicio muestran cómo el gasto público central se ha mantenido a un nivel similar al de 2010 (debe tenerse en cuenta que el gasto del Gobierno central supone alrededor del 65% del total del sector público, derivando el resto de la Seguridad Social y los entes locales).
El siguiente gráfico muestra cómo Atenas ha utilizado la inversión pública -aplazamientos y disminuciones de la inversión pública y militar- para contener levemente el gasto público central (excluidos los gastos financieros).
Esta evolución del gasto no hace más que evidenciar que el Gobierno griego no ha realizado una de las tareas más importantes y complejas, que es la de reformar la Administración Pública para disminuir su tamaño y mejorar su eficiencia; y se ha valido del recurso fácil de disminuir o aplazar las inversiones programadas, algo comparativamente más sencillo y con menor resistencia por parte de los sectores más radicales de la sociedad.
Sin embargo, la falta de una actuación clara y contundente en la reducción del gasto público y, por ende, del déficit -que este año rondará el 9% cuando el objetivo era del 7,5%- está provocando el incremento de los intereses que deberá pagar el Gobierno heleno. Hasta noviembre de 2011, los intereses que el Estado griego ha pagado se han incrementado en unos 2.600 millones de euros, un 20% más que el año anterior.
Por consiguiente, es dudoso admitir que haya habido una política de austeridad merecedora de tal nombre. Más bien al contrario, el Gobierno griego no ha acometido las medidas necesarias para reducir drásticamente el gasto ordinario de la administración pública y conseguir así que su tamaño y estructura se adecue a la terrible situación económica que el país sufre en la actualidad. Además, no debería olvidarse que todas estas cifras podrían empeorar si tenemos en cuenta que las variaciones en el gasto público que se producen de noviembre a diciembre suelen ser notables.
Parálisis en las reformas estructurales
No sólo el incremento de impuestos y la ineficaz reducción del gasto público están provocando que la recesión en Grecia esté siendo más cruenta durante este año. Los pobres resultados de las reformas estructurales emprendidas se deben en parte a lo que asépticamente el informe del FMI denomina una "desconexión entre la legislación y la implementación".
De hecho, gran cantidad de medidas adoptadas y aprobadas a lo largo de este año no han sido implementadas todavía. Basten algunos ejemplos recogidos en el siguiente cuadro, de acuerdo con el informe del FMI, para observar que la aplicación de estas mediadas -que de por sí son limitadas y poco ambiciosas- se está demorando meses y meses.
El resultado de esta lentitud y resistencia a realizar todas las medidas prometidas por parte del Gobierno podría resumirse, anecdóticamente, en que Grecia sólo ha escalado una posición en el índice elaborado por el Banco Mundial para 2011 en su informe Doing Business, situándose en el honroso puesto 100 de 181 países analizados.