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Emilio J. González

El problema de los salarios

Es difícil de comprender que mientras se destruyen cientos de miles de puestos de trabajo en todos los sectores de la economía, la retribución de los trabajadores que consiguen mantener su empleo crezca por encima de la inflación.

De los muchos factores relacionados con el mercado de trabajo que explican por qué la presente crisis económica se ha traducido en cinco millones de parados, uno de los más importantes es el relacionado con la evolución de los salarios. Es difícil de comprender que mientras se destruyen cientos de miles de puestos de trabajo en todos los sectores de la economía, a causa del desplome de la actividad productiva en casi todos ellos, la retribución de los trabajadores que consiguen mantener su empleo crezca por encima de la inflación, puesto que este factor, y en el actual contexto económico, implica un deterioro constante de la cuenta de resultados de muchas empresas que acaba por suponer nuevos despidos o la desaparición de la propia empresa.

También resulta complicado de entender que tan sólo el 6% de las empresas que han tenido que ajustarse a la crisis lo hayan hecho a través de la reducción de los salarios, permitiendo, de esta forma, salvar puestos de trabajo, mientras que el 67,5% ha acudido a la vía de los despidos para adaptarse a las circunstancias actuales. Y lo mismo cabe decir en relación con los despidos de los trabajadores mayores de 45 años –que ganan más que los otros en razón de los complementos por antigüedad en el empleo y que son los que luego tienen inmensos problemas para encontrar un nuevo puesto de trabajo–, a quienes el sistema no les da la oportunidad de poder renegociar su salario a la baja para poder conservar su empleo.

A la luz de estos hechos resulta evidente que los mecanismos de formación de los salarios en España no son eficientes y se convierten en uno de los factores más importantes que explican las altas tasas de paro que registra nuestro país. Además, la economía española, por sus características particulares, es especialmente sensible a la evolución de los salarios, debido a dos factores fundamentales. En primer lugar, la gran mayoría de nuestras empresas son intensivas en la utilización del trabajo, debido a que operan mayoritariamente en sectores productivos, como muchos servicios, en los que no es posible mejorar la productividad a través de inversiones en capital y tecnología. En este tipo de sectores, por desgracia, no abundan las empresas españolas. En segundo y último término, el 97,5% de las empresas españolas tienen menos de veinte trabajadores. De hecho, el tamaño medio de la plantilla de las empresas de nuestro país es de 7,5 trabajadores. Todo ello hace que nuestras compañías sean especialmente sensibles a la evolución de los salarios, y si ésta no tiene nada que ver con la realidad, entonces vienen los despidos, ya que lo que hoy por hoy no resulta posible para la inmensa mayoría de ellas es recortar los sueldos para poder sobrevivir porque los sindicatos se oponen a ello por principio. Sin embargo, si no hay moderación salarial, si no nos mentalizamos todos de que con la crisis somos más pobres, la caída del empleo tardará en detenerse y la lucha contra el paro será mucho más difícil. Si queremos superar la crisis, la reforma laboral tendrá que incidir también en los mecanismos de formación de los salarios.

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