Si alguien aún se pregunta cómo es posible que el euro esté en riesgo en estos momentos tan sólo debe observar el grado de cumplimiento de la regla básica que se confeccionó para garantizar su viabilidad, el denominado Pacto de Estabilidad y Crecimiento. Este mecanismo se concibió en su día para evitar la quiebra de un estado perteneciente a la Unión Monetaria, y sus principios básicos son dos: déficit público máximo del 3% anual y deuda máxima del 60% del PIB.
La estabilidad del euro depende de la solvencia de su emisor, el Banco Central Europeo (BCE), y, por tanto, de la calidad de sus activos, básicamente, deuda pública de los estados miembros. De este modo, la solvencia de los gobiernos que conforman el euro es la que, en última instancia, garantiza la sostenibilidad de la moneda única. "Ningún país cuyo sistema bancario tuviera acceso a la ventanilla de refinanciación del BCE debía quebrar", tal y como explica Juan Ramón Rallo. Para ello, precisamente, se ideó un pacto fiscal, a fin de garantizar la estabilidad presupuestaria.
Sin embargo, esta regla de oro, más que regla ha sido excepción. El Pacto de Estabilidad y Crecimiento ha sido incumplido en 166 ocasiones entre el año 2000 y 2010, según muestran los datos de la oficina estadística europea (Eurostat), lo cual arroja una media de 15 violaciones al año durante la pasada década. En concreto, los estados miembros han rebasado 77 veces el déficit máximo del 3% del PIB y otras 89 el límite de deuda pública del 60%.
En materia de déficit, los gobiernos más reincidentes durante estos años han sido Grecia (no bajó nunca del 3%), Italia y Malta. Por el contrario, tan sólo Finlandia, Estonia y Luxemburgo han logrado mantener a raya sus desequilibrios fiscales durante esta etapa. En materia de deuda, Grecia e Italia vuelven a liderar el ránking, ya que nunca bajaron del 60% del PIB, aunque en este caso también se suman Austria y Bélgica.
Así pues, la regla del euro ha sido incumplida de forma reiterada por los estados desde la puesta en marcha de la moneda única. Sin embargo, es ahora, tras la actual crisis económica, cuando el citado mecanismo terminó saltando por los aires.
Basta con observar la evolución presupuestaria en 2009 y 2010: 14 estados miembros (el 82% del total) rebasaron el déficit máximo del 3%, siendo Grecia, Irlanda y Portugal (ya rescatados) los que mayor desequilibrio registraron el pasado año, seguidos muy de cerca por España; asimismo, Irlanda, Portugal y Grecia son, igualmente, los que han experimentado un mayor crecimiento de la deuda en términos de PIB desde el año 2000, aunque también cabe destacar el abultado endeudamiento que presentan Italia (120% del PIB), Bélgica (96%), Alemania (83%), Francia (82%) y Austria (72%).
En 2010, tan sólo tres países -Estonia, Finlandia y Luxemburgo- cumplieron los objetivos que marca el Pacto de Estabilidad. Lo grave es que los incumplimientos seguirán siendo generalizados en 2011 y 2012, como mínimo.
Otro dato que llama la atención es que la mayoría de incumplimientos en materia de déficit (casi dos tercios) se produjo en ausencia de recesión económica, lo cual evidencia, aún más si cabe, la falta de rigor de los políticos europeos a la hora de cumplir estos requisitos básicos.
Ante tal fiasco, los líderes de la UE acordaron la pasada semana aprobar un nuevo y fortalecido "pacto presupuestario" con el objetivo, ahora sí, de cumplir estrictamente las reglas básicas de austeridad que impone el euro. En este sentido, el documento de conclusiones de la Cumbre Europea recoge dos puntos básicos:
5. Las normas por las que se rige el procedimiento aplicable en caso de déficit excesivo (artículo 126 del Tratado de Funcionamiento de la UE) se reforzarán para los Estados miembros de la zona del euro. Tan pronto como la Comisión determine que un Estado miembro ha superado el límite máximo del 3%, este incumplimiento tendrá consecuencias automáticas, salvo que se oponga a ello una mayoría cualificada de Estados miembros de la zona del euro.
Las medidas y sanciones propuestas o recomendadas por la Comisión serán adoptadas a menos que se oponga una mayoría cualificada de Estados miembros de la zona del euro. Para los Estados miembros cuyo endeudamiento público supere el 60 %, la especificación del criterio de endeudamiento debe consagrarse en las nuevas disposiciones como una referencia cuantitativa de reducción de la deuda (norma del 1/20).
El problema aquí es que, a la vista de lo acontecido hasta ahora, cabe preguntarse si tales sanciones automáticas, contempladas ya en el actual Pacto de Estabilidad y Crecimiento, se llevarán finalmente a término. No en vano, la regla de oro del euro se rompió por completo en 2003, cuando Francia y Alemania lograron eludir dichas sanciones tras rebasar el límite máximo de déficit anual.
Por otro lado, los líderes de la UE han acordado imponer ciertos topes fiscales a nivel nacional para reforzar tales limitaciones.
4. Nos comprometemos a establecer una nueva norma presupuestaria, con los siguientes elementos:
- Los presupuestos de las administraciones públicas estarán equilibrados o con superávit; este principio se considerará respetado si, por norma general, el déficit estructural anual no excede del 0,5% del producto interior bruto (PIB) nominal.
- Esta norma se introducirá además en los ordenamientos jurídicos de los Estados miembros, integrándola en la Constitución o en una norma de nivel equivalente. La norma contendrá un mecanismo de corrección automático que se activará en caso de desviación. Será definida por cada Estado miembro, sobre la base de los principios propuestos por la Comisión. Reconocemos la competencia del Tribunal de Justicia para verificar la incorporación de esta norma al ordenamiento jurídico nacional.
Se trata de extender a todos los países de la Unión una cláusula constitucional similar a la que ya introdujo España el pasado verano -por orden expresa de Bruselas-. El problema, en este caso, es que la citada regla de oro, tal y como está concebida, no habría evitado que España volviera a registrar un déficit público próximo al 10% del PIB.