Grecia acabará el año por encima del 11% de déficit. Puede que esta noticia suene familiar, tras tantos anuncios sobre la catastrófica situación de sus cuentas públicas, pero en realidad supone un auténtico desastre para el estado heleno. En realidad, se acerca al doble del límite que la UE le había impuesto (7,6%).
Ésta es quizás la principal y más preocupante conclusión del informe que los enviados del FMI a Atenas han publicado este martes. Según sus cuentas, el déficit público a finales de noviembre alcanzaba los 20.500 millones de euros, un 5% más que en el mismo período de tiempo del año pasado. Si tenemos en cuenta que en 2010 los números rojos del Estado heleno subieron hasta el 10,6%, es previsible que este ejercicio acabe alrededor del 12,5-13%. Con estas cifras, será complicado convencer al resto de los socios de la UE de que se rasquen el bolsillo y acepten la entrega del siguiente tramo del rescate.
Además, el problema no se queda sólo en el capítulo del déficit. Los inspectores del FMI han rebajado su pronóstico para la economía del país en el próximo año. En su opinión, 2011 acabará con un desplome del PIB del 6% y 2012 verá una caída adicional del 3%. En su opinión, "la esperanza de una mejoría en el sentimiento del mercado y en el clima de inversión no se ha materializado". Desde que comenzó la recesión, el PIB griego ha caído un 15% (una cifra muy pocas veces vista en un estado desarrollado).
Además, la retirada de depósitos bancarios se ha acelerado y ya suma un 16% del total desde finales de 2010. En octubre, el último mes con cifras conocidas, la fuga de capitales ha llegado a los 6.800 millones, lo que puede considerarse prácticamente como el anticipo de un pánico bancario.
Lo que se ha hecho y lo que no
Muchos europeos se preguntarán qué ha pasado en Grecia para que más de dos años después de conocidos los primeros datos sobre la magnitud del desastre (a finales de 2009 ya se empezó a hablar de la quiebra de Atenas), aún no se vea la luz al final del túnel. En realidad, pese a los incontables anuncios sobre nuevos paquetes de reformas, recortes del gasto y ajuste, muy poco se ha hecho en Grecia.
De las dos partes del plan solicitado por la Comisión Europea, el FMI y el BCE sólo se ha cumplido una. Desde que la troika acudió a la capital griega por primera vez con el objetivo de elaborar una estrategia de salida de la crisis, diseñó dos formas para reducir los números rojos del Estado: subir los ingresos a través de incrementos impositivos y reducir los gastos a través de ajustes del gasto público. El problema es que hasta ahora sólo se ha completado la primera y ni siquiera ésta ha dado resultado.
Según el informe del FMI, a pesar de las subidas de impuestos, los ingresos han caído este año un 3,1%, mientras que el gasto se ha seguido incrementando en otro 3%. Es cierto que una buena parte de esta última cifra se debe a que al Estado heleno le cuesta más pagar los intereses de su deuda. Pero no lo es menos que incluso sin tener en cuenta esta partida, el gasto total habría aumentado y que no se ven resultados en los supuestos planes de recortes. Hay muchas manifestaciones en Atenas y muchas promesas del Gobierno (sobre reducción de gastos y sobre reformas), pero pocos resultados.
En cuanto a las reformas pendientes, el FMI pidió "menos reformas y mejor enfocadas". Dado que se ha alcanzado "el límite" de la subida de impuestos, apostó por "recortar el gasto" a través de reformas estructurales en las empresas públicas. Según dijo, las reformas en este sector han sido "tímidas" hasta ahora, por tratarse de un tema "tabú" dentro de Grecia, donde el sector público da trabajo a más de 700.000 de los algo menos de cinco millones de trabajadores griegos. Por ello, exigió mayor "flexibilidad laboral" y reducción de los salarios más altos.
De hecho, una de las medidas más conocidas, el paso a la reserva de 30.000 funcionarios cobrando el 60% de su sueldo, ahora se sabe que casi no se ha puesto en marcha, lo que ha desatado el monumental enfado del FMI. Apenas 8.000 trabajadores públicos han sido afectados por esta disposición (y no es la única sorpresa, en los últimos meses han sido continuas las noticias sobre partidas de gasto absolutamente improductivas que seguían sin tocarse).
Además, el informe del FMI también hace referencia a la tolerancia de las autoridades helenas con la evasión fiscal y piden que se tomen medidas para detenerla. El resumen que puede sacarse de su lectura es que el Gobierno de Atenas sólo ha aplicado de verdad la parte más fácil (subida de impuestos), pero no ha tocado las dos grandes rémoras de su economía: el gasto público y la falta de reformas que cambien una estructura productiva anquilosada, pero con muchos intereses creados. Si a eso se une una evasión fiscal generalizada y un pánico bancario en ciernes, no es extraño que desde el FMI se haya utilizado un lenguaje tan catastrofista.
Las opciones
Aunque parezca que está condenada, Grecia aún tiene opciones de salir adelante. Al menos otros dos países de la UE le muestran cual es el camino. Por un lado, Estonia ha enseñado desde el comienzo de la crisis que una política de austeridad real en el sector público junto a un programa de reformas profundo pueden dar muy buenos resultados en el corto plazo, y sin subir impuestos que dañen el consumo y el ahorro privados. Es cierto que los primeros meses de la recesión fueron muy duros para el país báltico (llegó a caer un 14% en 2009), pero luego la recuperación es más sana y sólida. De hecho, en 2010 ya creció un 2,3%, este año se prevé que alcance el 8% (pese a las dificultades de la Eurozona) y en 2012 y 2013 podría mantener una velocidad de crucero de entorno al 4% del PIB. Y todo esto con un déficit público alrededor del 0% y una deuda pública que no llega al 7%.
En el otro extremo del continente, Irlanda también podría servir de modelo para las autoridades helenas. En realidad, la economía celta era una de las más sanas de la UE hasta que su Gobierno tomó la fatídica decisión de rescatar a su banca. Por eso, los fundamentos de la isla eran sólidos. Esto le ha permitido ir cambiando poco a poco las terribles perspectivas que se cernían sobre su futuro hace apenas un año. La situación sigue siendo muy complicada (por el elevado nivel de deuda pública que todavía podría provocar una quiebra del Estado), pero empieza a verse la luz al final del túnel. Las claves, son similares a las de Estonia: un mercado laboral muy flexible, bajos impuestos y economía poco intervenida desde el Estado.
Nada de esto lo cumple Atenas por muchos planes de la UE que le hayan hecho firmar a su Gobierno. Ahora, se habla de un nuevo paquete de medidas. Pero mientras no se haga el diagnóstico correcto, será complicado que se obtenga el remedio más eficaz.