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Ignacio Moncada

¿Le pasará al euro como al Titanic?

El euro no ha sido capaz de sortear el primer iceberg que se ha puesto en su camino. La crisis de la deuda está abriendo una importante brecha en el casco a este barco en el que vamos todos.

El proyecto del euro zarpó bajo una promesa: que la moneda única era insumergible. Que la estabilidad monetaria estaría garantizada a bordo de la divisa común, y que la quiebra de un país bajo su protección era inimaginable. Pero ahora, aún en el viaje inaugural de una moneda con tan sólo una década de vida, el ambicioso proyecto monetario corre serio riesgo de dar con sus hierros en el fondo del océano. El euro no ha sido capaz de sortear el primer iceberg que se ha puesto en su camino. La crisis de la deuda está abriendo una importante brecha en el casco a este barco en el que vamos todos. Y los expertos avisan de que como el agujero se haga suficientemente grande, este titánico proyecto europeo quedará sentenciado para un hundimiento seguro.

El Titanic fue un barco perfeccionable. Estaba preparado para impactos en su casco mediante un sistema de compartimentos estancos que aislaban una o varias posibles aperturas. Pero no fue capaz de soportar una grieta longitudinal a lo largo de su casco, que fue lo que inutilizó el sistema de compartimentos estancos e hizo el hundimiento inevitable. Sin embargo, el diseño y la construcción del gigantesco barco se considera que era razonablemente bueno. Avanzado, incluso, para su época. Los que no estuvieron a la altura de las circunstancias fueron el capitán y su tripulación. Decidieron arriesgarse a atravesar una zona en la que se había informado de que había icebergs, e inexplicablemente lo hicieron sin prismáticos, a ciegas. Con el euro sucede algo similar. Su construcción es perfeccionable, pero no es peor que la de otras monedas que han salido mejor paradas tras surcar las mismas aguas. Lo que ha causado el problema que vive ahora el euro son los políticos europeos, en particular los que han dirigido los países periféricos. Y es que el problema del déficit excesivo es puramente político. Hay quienes opinan que el euro ya está sentenciado. Yo creo que, aunque estrecho, aún hay margen de maniobra. Que el euro acabe como el Titanic, en el fondo del mar, depende de que los políticos europeos sean capaces de hacer virar el barco lo suficiente para que los daños del casco no sean fatales. Deben ser capaces de cuadrar las cuentas públicas con urgencia, o el euro se hundirá.

Publicaba The Economist que "como la banda del Titanic que tocó hasta su final, los burócratas europeos siguen produciendo estudios, políticas y regulaciones". En lugar de dar un golpe de timón para alejarse del iceberg, recortando gasto publico hasta hacer cuadrar las cuentas, la mayoría de políticos europeos están empeñados en que el problema se soluciona con pequeños ajustes de rumbo. Dicen que es cierto que no hay que gastar tanto, pero que tampoco se sale de ésta reduciendo mucho el gasto. Prefieren centran la atención en los malvados mercados y especuladores. No se dan cuenta de que culpar de la crisis de deuda a mercados y especuladores es como decir que las causas del hundimiento del Titanic fueron la temperatura del agua y los malvados tiburones.

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