La ruptura del euro ha dejado de ser un tema tabú en el discurso político y económico europeo. Hasta hace apenas unos meses, cuando alguien hacía la más mínima alusión a la posibilidad de que la moneda única se rompiese -bien por la salida de algún país o bien porque se crearan dos nuevas divisas: el euro fuerte y el euro débil- era rápidamente señalado como un alarmista que hablaba sin conocimiento de causa. Ahora, esta opción está sobre la mesa de gobiernos y empresas.
De hecho, según informa Financial Times, varias de las multinacionales más importantes con sede en el Viejo Continente están elaborando planes de contingencia por si explotase la moneda común. Incluso, el artículo del diario británico cita al presidente de Diageo Europa, que admite que ya trabajan contemplando esa posibilidad.
Es evidente que una salida de algunos países del núcleo duro de la Eurozona traería enormes consecuencias sobre las empresas exportadoras. Las modificaciones en los tipos de cambio generarían importantes desequilibrios. Una compañía que tuviera una fábrica en un país que se viera obligado a abandonar el euro, vería como sus exportaciones se abarataban de un día para otro; y lo contrario le pasaría en el caso de que la factoría estuviera en Alemania u Holanda. Incluso, se cita el caso de Siemens que ha establecido su propio banco para tener acceso directo a la financiación del BCE.
"Diez días críticos"
Es evidente que todos estos rumores no son infundados. De hecho, no hay más que ver las declaraciones del miércoles del comisario europeo de Asuntos Económicos y Monetarios, Olli Rehn. "Entramos ahora en el periodo crítico de diez días para completar y concluir la respuesta de la UE a la crisis" aseguró refiriéndose a la cumbre de los jefes de Estado y de Gobierno del 9 de diciembre.
Esta visión es compartida por el ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schäuble, quien recalcó que en efecto el próximo viernes tiene una "gran importancia" para el futuro de la eurozona y la UE, y anunció que la canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, Nicolás Sarkozy, se reunirán pronto para cerrar la propuesta franco-alemana que llevarán a la cumbre.
Todo el mundo está pendiente del resultado del encuentro. Tras muchas idas y venidas, se ha instalado la creencia de que Europa se encuentra ante un punto de no retorno. Si no se logra un acuerdo cerrado sobre todos los temas -límites de déficit, armonización fiscal, sanciones a los incumplidores o planes de rescate-, casi nadie duda de que Alemania dejará caer a los países en dificultades y comenzará el proceso de ruptura de la moneda única.
Por cierto, para el día 9 de diciembre España no tendrá todavía un nuevo Gobierno. Mariano Rajoy ya ha anunciado que ha hablado con el resto de los líderes de la UE y que tiene contacto permanente con el equipo de Elena Salgado. Pero no deja de ser peculiar que en un encuentro tan decisivo para el futuro de la economía española no esté presente el nuevo inquilino de La Moncloa.