Tenía razón el conde de Toreno cuando señaló que la Guerra de la Independencia había sido una revolución. Pero las ideas de Jovellanos y de sus seguidores fueron las que alimentaron esa revolución.
Juan Velarde
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Amagi24 dijo el día 30 de Noviembre de 2011 a las 19:18:
Es probable que la mayoría de los economistas actuales ignoren el análisis de los intereses económicos, pero lo considero poco enriquecedor; en mi modesta opinión faltan más especialistas en historia económica que “expertos” en contabilidad y finanzas. Esto no quita, por supuesto, el importante papel que tienen las ideas en los procesos históricos tal como dice Keynes. Por ejemplo, las ideas expuestas por el Sr. Comín se vinculan a la política económica o, como menciona, con los orígenes del Estado de bienestar (supongo que se referirá a lo de cuidar de “todas las escuelas de primeras letras, y de los demás establecimientos que se paguen de los fondos del común”, “los hospitales, hospicios, casas de expósitos y demás establecimientos de beneficencia, bajo las reglas que se prescriban” o “la construcción y reparación de los caminos, calzadas, puentes y cárceles, de los montes y plantíos del común”).
De este modo creo que muchos de los problemas que ha tenido (y tiene) España vienen del escaso desarrollo del liberalismo en el XIX (sospechoso entre la élite reaccionaria) y en la conveniencia de rescatar sus ideas (y prácticas) algo más que nominalmente, incluso las que, sin ser liberales, fueron antecedentes, como las reformadoras que “van a molestar rangos, poder político, intereses económicos de gentes poderosas” de ilustrados como Jovellanos, largamente incomprendidos y constreñidos por las Españas. Pero al vincular Jovellanos y revolución recuerdo cierto autor, también citado por el profesor Verlarde, que dijo que Jovellanos “conquistó su influencia sobre el pueblo español, no como ministro, sino como sabio, no con decretos, sino con sus escritos” y “era un amigo del pueblo, al que esperaba elevar a la libertad mediante un sistema de leyes económicas, elaboradas con toda prudencia y por la propaganda literaria de doctrinas generosas”. Éste es Marx (aunque no tanto el economicista en el que las ideas se subordinan a la acción social o al devenir histórico) que con motivo de la revolución de junio 1854 (Vicalvarada) que dio lugar al bienio progresista inició en el New York Daily Tribune, en septiembre de ese año, una serie de artículos (recopilados como “La España revolucionaria”) en los que se interroga sobre la revolución liberal española, la guerra, la independencia, el oportunismo afrancesado, la división de las clases dominantes, la Constitución, el trienio liberal, etc.
Es probable que la mayoría de los economistas actuales ignoren el análisis de los intereses económicos, pero lo considero poco enriquecedor; en mi modesta opinión faltan más especialistas en historia económica que “expertos” en contabilidad y finanzas. Esto no quita, por supuesto, el importante papel que tienen las ideas en los procesos históricos tal como dice Keynes. Por ejemplo, las ideas expuestas por el Sr. Comín se vinculan a la política económica o, como menciona, con los orígenes del Estado de bienestar (supongo que se referirá a lo de cuidar de “todas las escuelas de primeras letras, y de los demás establecimientos que se paguen de los fondos del común”, “los hospitales, hospicios, casas de expósitos y demás establecimientos de beneficencia, bajo las reglas que se prescriban” o “la construcción y reparación de los caminos, calzadas, puentes y cárceles, de los montes y plantíos del común”).
De este modo creo que muchos de los problemas que ha tenido (y tiene) España vienen del escaso desarrollo del liberalismo en el XIX (sospechoso entre la élite reaccionaria) y en la conveniencia de rescatar sus ideas (y prácticas) algo más que nominalmente, incluso las que, sin ser liberales, fueron antecedentes, como las reformadoras que “van a molestar rangos, poder político, intereses económicos de gentes poderosas” de ilustrados como Jovellanos, largamente incomprendidos y constreñidos por las Españas. Pero al vincular Jovellanos y revolución recuerdo cierto autor, también citado por el profesor Verlarde, que dijo que Jovellanos “conquistó su influencia sobre el pueblo español, no como ministro, sino como sabio, no con decretos, sino con sus escritos” y “era un amigo del pueblo, al que esperaba elevar a la libertad mediante un sistema de leyes económicas, elaboradas con toda prudencia y por la propaganda literaria de doctrinas generosas”. Éste es Marx (aunque no tanto el economicista en el que las ideas se subordinan a la acción social o al devenir histórico) que con motivo de la revolución de junio 1854 (Vicalvarada) que dio lugar al bienio progresista inició en el New York Daily Tribune, en septiembre de ese año, una serie de artículos (recopilados como “La España revolucionaria”) en los que se interroga sobre la revolución liberal española, la guerra, la independencia, el oportunismo afrancesado, la división de las clases dominantes, la Constitución, el trienio liberal, etc.
Saludos.