El debate sigue su curso. En estos momentos, Europa se debate entre la monetización masiva de deuda (que el BCE compre casi todos los bonos periféricos) o la ruptura de la actual estructura del euro -con la consiguiente quiebra y salida de países miembros-. De hecho, esta discusión se ha trasladado ya a Alemania que, hasta el momento, se niega a implementar esta iniciativa por temor a que se desate un fuerte proceso inflacionario a medio plazo.
Sin embargo, la presión sobre el Banco Central Europeo sigue en aumento. Valgan como ejemplo los dos últimos informes emitidos por los grandes bancos JP Morgan y Deutsche Bank.
La entidad estadounidense señala que la zona euro es "disfuncional" porque constituye un "gigante Estado de Bienestar" que carece de los medios de financiación necesarios para sufragar su elevado coste. La crisis de deuda que sufre Europa se está materializando en costes financieros crecientes para los gobiernos más débiles de la zona euro. Es decir, los inversores privados desconfían cada vez más de que ciertos estados puedan devolver lo que deben, tal y como ha acontecido en el caso de Grecia –quita del 50% sobre los bonos pertenecientes a los agentes privados-.
Ante tal situación, crece el número de voces que solicitan al BCE que se convierta en el "prestamista de última instancia" de los gobiernos en problemas. No en vano, tal y como recuerda JP Morgan, "cuando nadie más está dispuesto a prestar, la mayoría de los gobiernos pueden recurrir a sus bancos centrales en cautiverio, cuyo poder de financiación es ilimitada debido a su capacidad para imprimir dinero (o para crear una cantidad ilimitada de las reservas bancarias)". Hoy por hoy, aunque el BCE tiene prohibida tal función en sus estatutos, "es la única entidad que tiene capacidad para convertirse en el prestamista de última instancia en la zona euro. Sin esto, la zona euro no tendrá mucho tiempo de existencia. Va a implosionar", concluye.
Por su parte, el Deutsche Bank ha elaborado un informe mucho más detallado acerca de esta cuestión. Tal y como avanzó Libre Mercado, el banco alemán se ha posicionado también a favor de la monetización masiva de deuda por parte del BCE. Así, en su informe, bajo el título Punto de inflexión, hora de llamar al BCE, solicita a la entidad monetaria que abra sus compuertas para evitar el colapso de la zona euro. Para ello, expone las principales claves del citado "punto de Inflexión":
- Los mercados han perdido la confianza en las estructuras institucionales de la UE.
- Italia representa una nueva fase crítica y peligrosa de la crisis (el "punto de inflexión"); Italia y España necesitan refinanciar 300.000 y 120.000 millones de euros de deuda pública en 2012 (sólo en vencimientos), respectivamente, y un total de 930.000 millones en los próximos tres años.
- ¿Problema? El mercado italiano de bonos soberanos está roto.
- La caída de Italia arrastraría a la zona euro.
- A ello se añade la "variable desconocida" de una posible recaída en la recesión en 2012.
- Los bancos europeos continuarán con su proceso de desapalancamiento (concederán menos crédito para reforzar su capital), que ascenderá a más de 2 billones de euros en los próximos 18 meses.
- A largo plazo, el déficit externo (cuenta corriente) de los países es más importante que el déficit fiscal.
¿Qué hacer? Deutsche desgrana las opciones:
- Medidas creíbles e inmediatas de austeridad pública, sobre todo, en Italia.
- Avanzar mucho más rápido en la integración fiscal de la zona euro mediante la creación de un verdadero Gobierno económico.
- Restaurar la confianza para volver a abrir los mercados de financiación bancaria.
- Acelerar la puesta en marcha del "Gran plan", en referencia a la quita aplicada a la deuda griega, las exigencias de mayor capital para los grandes bancos europeos y el desbloqueo de los siguientes tramos de ayuda internacional prometido a Atenas.
- Sin embargo, todo lo anterior no servirá de nada, según Deutsche, sin la intervención directa y mucho más activa del BCE: "Es hora de llamar al BCE", entre otros motivos, porque los inversores desconfían del plan ideado para reforzar el actual Fondo de rescate europeo (apalancamiento para aumentar su capacidad crediticia hasta un billón de euros), y porque el actual programa de compras del BCE (limitado y temporal) no podrá mantener a raya los rendimientos de los bonos periféricos; por ello, el BCE debería poner encima de la mesa un cheque en blanco y así empezar a comprar toda la deuda periférica que sea precisa. ¿Cuánto? Como mínimo, otros 200.000 millones de euros en los próximos 12 meses, que se sumarían a los casi 190.000 que ya acumula en balance.