El polémico gasoducto Nord Stream, que une Rusia con Alemania a través del mar Báltico, comenzará a funcionar este martes. La canciller germana, Angela Merkel, y el presidente ruso, Dmitri Medvédev, han sido los encargados de inaugurar el primer ramal de esta construcción que garantizará el abastecimiento no solo a Alemania sino al resto de la Unión Europea (UE).
"Es para mí un gran honor llevar a cabo la inauguración de un proyecto tan estratégico", declaró la canciller durante la ceremonia en la localidad de Lubmin, en el noreste de Alemania. Según Merkel, se trata del "mayor proyecto de infraestructura energética de nuestro tiempo" y un "ejemplo de la cooperación entre Rusia y Europa". Merkel subrayó que "Nord Stream contribuirá a que Europa cuente en un futuro con garantías para un suministro energético seguro".
El jefe del Kremlin, por su parte, subrayó la oportunidad que representa la puesta en funcionamiento de este gasoducto para las relaciones con la Unión Europea (UE). "Tenemos ante nosotros un futuro brillante", declaró Medvédev, quien se mostró convencido de que Rusia y la UE tiene ante sí aún "más proyectos excelentes". Al mismo tiempo, confió en que Europa superará sus dificultades económicas y expreso su esperanza de que "no haya barreras artificiales".
Se trata de un ramal que permitirá el transporte adicional de 27.500 millones de metros cúbicos de gas a Alemania, desde donde será redistribuido mayoritariamente a Francia, Holanda, Dinamarca y Reino Unido. Dentro de un año esta capacidad se verá duplicada (55.000 millones de metros cúbicos) con la puesta en funcionamiento de un segundo ramal.
El gas ruso cubre más del 25% del consumo europeo y alrededor del 35% del alemán, lo que convierte a la UE en un importante mercado para Rusia. En la compañía operadora del gasoducto participan, además del consorcio ruso Gazprom, las alemanas E.ON y BASF/Wintershall, la holandesa Gasunie y la francesa GDF/Suez.
Que la obra atraviese las aguas del Báltico sin pasar por terceros países ha perjudicado seriamente a Ucrania, cuyos gasoductos pueden transportar hasta 150.000 metros cúbicos al año entre Rusia y la UE (cerca del 80% del gas que la estatal rusa Gazprom bombea a Europa circula por territorio ucraniano).
Además de las pérdidas millonarias que supondrá para Ucrania perder los ingresos que le reportan las infraestructuras de transporte de gas, el país también habrá perdido la herramienta de presión que venía utilizando estos últimos años para renegociar los precios de la energía con Rusia. Para cumplir con sus objetivos, Ucrania utilizó reiteradamente los cortes de gas en invierno a media Europa como método de coacción en la llamada "guerra del gas".
A pesar de este conflicto, la principal polémica se remonta a 2005, año en el que Vladímir Putin y Gerhard Schröder, que era canciller alemán, firmaron el acuerdo. El asunto es que tan solo un mes y medio después de que Schröder abandonase la cancillería en favor de Angela Merkel, el mismo se convirtió en superjefazo de la empresa que iba a construir el gasoducto Nord Stream, perteneciente al gigante Ruso Gazprom... ¿Casualidad, verdad?, se pregunta Manuel Fernández Ordóñez, en su blog El rincón energético.