Hace unos años estuve en Praga una semana de vacaciones a principios de setiembre.
Siempre comento que cuando sonó el despertador a las 7 de la mañana me asomé al mi primer amanecer checo y me sorprendí porque en el edificio de enfrente había un colegio y ya estaban dando clases. No se estaban sentando ni sacando libros, ni esperando al profesor. Dieron las 7 y ya estaban estudiando.
A LAS 7 DE LA MAÑANA DEL 1 DE SEPTIEMBRE (no eran exámenes, los chavales atentos, callados y tomando nota de las explicaciones del profesor en la pizarra).
¡Que ganas de progresar y mejorar! ¡Y no nos queda nada que aprender! (pensé)
Además hay que tener en cuenta la cantidad de emigrantes que tienen repartidos mandando divisas a sus países de origen.