Muchos días cargados de reproches, críticas y salidas de tono entre los políticos de la UE, mientras que algunos de sus vecinos han reavivado aún más las dudas sobre el futuro de la eurozona y sobre la utilidad de la celebración de reuniones que se aplazan, se repiten y se suspenden. Pero no ha sido el logro de un acuerdo claro contra la crisis lo que ha relajado las tensiones entre los burócratas, al menos por el momento, sino una recién nacida, la pequeña Giulia Sarkozy.
La primera hija de Nicolas Sarkozy y Carla Bruni ha endulzado el mal sabor de boca que dejó la Cumbre de la UE el pasado domingo. Y el ansia de ser los primeros en regalarle un detallito al bebé ha podido con la seriedad con la que acostumbran a mostrase los grandes mandatarios.
Fue, precisamente, una de las más "serias", Ángela Merkel, la que aprovechó la Cumbre de la UE para entregarle al presidente francés el regalito para Giulia, un osito de peluche. Sarkozy llamó a su mujer, Carla Bruni, que ya ha abandonado la clínica donde dio a luz, para informarle sobre el obsequio que acababa de recibir, y Merkel aprovechó para felicitar a la primera dama francesa personalmente poniéndose al teléfono, un detalle conmovedor que parece haber puesto en un segundo plano los rumores de la pasada semana sobre la existencia de graves disputas entre Francia y Alemania.
El problema eran las desavenencias sobre el uso del Fondo Europeo de Estabilidad Finaciera (EFSF, en inglés) que impedirían tener un acuerdo listo para el domingo. Y aunque el propio el ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schäuble, negase la existencia de conflicto alguno, volvió a recordar que Alemania no aceptará crear una licencia bancaria para el Fondo, tal y como exige Francia.
El primer ministro británico, David Cameron, tampoco ha querido ser descortés y ha elegido una mantita rosa como obsequio para la recién nacida. Llama la atención que haya sido, precisamente, Cameron el que haya protagonizado con Sarkozy una de las polémicas más sonadas entre las bambalinas de la Cumbre.
Las críticas a la gestión que está realizando el Eurogrupo han tomado fuerza de la mano del grupo de los 10 países de la UE que no tienen la divisa europea, capitaneado por Reino Unido. Las presiones, reproches y recomendaciones de estos países han conseguido agotar la paciencia del presidente francés, quien llegó a replicar al primer ministro británico que "están hartos de que les digan lo que tienen que hacer", después de que Sarkozy intentase, sin éxito, excluir de la Cumbre extraordinaria del próximo miércoles a los países europeos no pertenecientes al euro. "Vosotros habéis dicho que odiáis al euro y no queréis uniros, pero ahora queréis intervenir en nuestros encuentros", les increpaba Sarkozy, según fuentes diplomáticas de Bruselas.
Por otro lado, parece que Silvio Berlusconi se ha olvidado de comprar un regalito a Giulia, pero no de defender a capa y espada las relaciones con Sarkozy. De hecho, el primer ministro italiano ha instado, incluso, al miembro del Consejo Ejecutivo del Banco Central Europeo (BCE) Lorenzo Bini Smaghi a renunciar a su cargo para evitar dañar las relaciones bilaterales con Francia.
Berlusconi y el presidente francés pactaron que el consejero ejecutivo debía ceder su cargo a un galo, a cambio del respaldo otorgado por el Elíseo a la candidatura del italiano Mario Draghi a la Gobernación del BCE. Sin embargo, Bini Smaghi ha expresado su intención de continuar hasta que expire su mandato, en 2013, alegando que cualquier intento de forzar su salida sería un ataque a la independencia del BCE, postura que al parecer respalda la institución.
Berlusconi ha admitido el malestar de su colega francés por este asunto. "Sarkozy empieza a estar enfadado. En un momento dado le he dicho: ¿Qué se supone que debo hacer? ¿Matarle?", declaraba Berlusconi entre bambalinas este fin de semana.