Uno de los principales candidatos republicanos a la presidencia de los Estados Unidos, Herman Cain, ha lanzado una novedosa propuesta para reformar el sistema tributario norteamericano. Conocido como el Plan 9-9-9, consiste en establecer un tipo único del 9% para el impuesto sobre la renta, otro tipo único del 9% para el impuesto sobre beneficios empresariales y un tipo único del 9% para un nuevo impuesto federal sobre consumo. Cain, que hasta ahora tenía poco seguimiento fuera del Tea Party, ha logrado con esta propuesta situarse en el pelotón de cabeza de las encuestas.
El hombre hecho a sí mismo
Su libro ¡Este es Herman Cain!: Mi viaje a la Casa Blanca se colocó entre los 10 más vendidos de la lista del New York Times sólo un día después de publicarse. En él asegura que la predicción que hizo Friedrich A. von Hayek en su obra Camino de servidumbre de que el socialismo se impondría en América se está cumpliendo porque Obama "no comprende el sistema de libre mercado". Partidarios y detractores ya hablan de economía Cainsiana.
Hijo de una trabajadora social y un conserje, Cain se presenta como el prototípico empresario norteamericano hecho a sí mismo, luciendo casi siempre una corbata de color dorado y el pelo cortado por él. Según explica, en los años sesenta se negaron a cortarle el pelo en una barbería de Virginia. "Cuando salí de la barbería, compré una maquinilla y me corté el pelo. Hoy en día, sigo cortándomelo yo mismo".
Recientemente, ha hecho saltar chispas al referirse a los manifestantes de Occupy Wall Street -las protestas de los indignados estadounidenses- con estas palabras: "Resulta que yo creo que estas manifestaciones están planeadas y orquestadas para distraer de las políticas fallidas de la Administración Obama. No eches la culpa a Wall Street. No eches la culpa a los grandes bancos. Si no tienes trabajo y no eres rico, ¡cúlpate a tí mismo!". Y añadió: "Cuando estaba creciendo tuve la bendición de tener padres que no me enseñaron a tener envidia de nadie".
Pero, además de ser conocido por haber levantado la exitosa Godfather’s Pizza, su historial laboral incluye muchos datos interesantes: habiendo obtenido un Master en Ciencias Informáticas, desarrolló sistemas de control de incendios para la marina norteamericana; como vicepresidente regional de Burger King, consiguió que los 450 restaurantes de Filadelfia pasaran de ser los menos rentables a los más rentables de todo el país; fue presidente de las Asociación Nacional de Restaurantes; también presidió el banco de la Reserva Federal de Kansas City, lo que explica los enfrentamientos que tiene con el candidato Ron Paul, que pretende auditar las Reserva Federal.
Cain, abundando en su imagen de empresario hecho a sí mismo, ha admitido que no es un experto en política exterior, pero no por eso es menos tajante en sus planteamientos: "Dejad que os cuente lo que sería la doctrina Cain en lo referente a Israel si yo fuese Presidente: te metes con Israel, te estás metiendo con los Estados Unidos de América. Es así de simple".
Simplificar el sistema tributario
El principal atractivo de la propuesta, según sus defensores, radica en la simplificación de una legislación tributaria hipertrofiada. Otra ventaja que apuntan es que se simplifica la legislación y se reduce el tipo máximo manteniendo el nivel total de recaudación. De hecho, Art Laffer, el que fuera consejero económico de Ronald Reagan, ha afirmado en el Wall Street Journal que "con el impulso que daría al crecimiento económico, traería incluso más recaudación de la esperada".
En el debate del pasado 22 de septiembre entre los candidatos republicanos, Cain afirmó que su "plan 9-9-9 es una solución atrevida. Empieza con: eliminar la actual normativa tributaria y establece un impuesto del 9% para las empresas, el impuesto sobre la renta de las personas físicas y un impuesto nacional sobre ventas [IVA]. Ésta es la parte más importante: elimina o sustituye el impuesto sobre las sociedades, el impuesto sobre la renta, el impuesto sobre las ganancias de capitales, así como el impuesto de sucesiones".
Según Art Laffer, "9-9-9 es un plan maravilloso" y "un gran primer paso". Explicó que es un buen plan porque lo que hay que hacer con los impuestos es "reducir el tipo impositivo y ampliar la base imponible. Así ofreces a la gente los menores incentivos para evadir, eludir o de alguna otra forma no declarar la renta imponible". Es decir, que paguen impuestos más contribuyentes, pero que paguen menos cada uno de ellos.
Según Laffer, "es mucho mejor que el impuesto actual. Nuestra legislación tributaria actual, está horriblemente repleta de todo tipo de perros, pollos, cerdos y pavos por ahí. Hay que limpiarlo y tenemos que modernizar completamente las normativas. Realmente me encantaría ver que se hace eso".
En campañas anteriores ya hubo otras propuestas para simplificar los impuestos norteamericanos, como la de Forbes de introducir un impuesto plano sobre la renta. En este caso se trataría de eliminar por completo algunos impuestos complejos sustituyéndolos por otros tres con un simple tipo único. Concretamente, el plan de Cain prevé eliminar el impuesto de sucesiones y donaciones y el que se aplica sobre las nóminas. Además, las ganancias de capitales, que actualmente tributan con un tipo máximo del 35%, no tributarían por ningún impuesto. Y los dividendos serían deducibles para las empresas, mientras que los inversores tributarían por ellos al 9% en su impuesto sobre la renta al recibirlos.
El plan, sin embargo, dejaría intactos unos 90.000 millones de dólares de recaudación en otros impuestos, como los que se aplican sobre la gasolina, el alcohol, el tabaco, las armas de fuego, los billetes de avión y el servicio telefónico. Esto equivale a la mitad de lo que se recauda actualmente mediante el impuesto de sociedades.
Una reforma contra "los pobres"
Pero otro punto clave en esta simplificación tributaria consiste en la eliminación de la mayoría de exenciones y deducciones. Y es ahí donde el republicano ha encontrado más críticas a su plan, incluso en su propio partido.
Según un estudio de Tax Policy Center, los hogares con rentas inferiores a 30.000 dólares verían reducida su renta disponible después de impuestos entre un 16% y un 20% respecto a la actual. En cambio, los hogares con rentas superiores a 200.000 dólares verían incrementar su renta disponible después de impuestos entre un 5% y un 22% en comparación con la que tienen ahora.
Aunque Cain no ha explicado todos los detalles de su plan, al no eliminar tantas exenciones y deducciones, los contribuyentes con rentas menores, en principio, tributarían más que ahora. Actualmente, estos contribuyentes no llegan a pagar el impuesto federal sobre la renta porque, al no alcanzar su renta el mínimo exento, quedan automáticamente eximidos de tributar. Otros tienen rentas que sí superan el mínimo exento, pero el importe a pagar queda cancelado por diversos tipos de deducciones. El problema ahora para el equipo de Cain es que si introduce en su propuesta exenciones para no perjudicar a las rentas mínimas, con lo que su plan 9-9-9 ya no conseguiría recaudar tanto como el sistema actual.
Sin embargo, según Laffer las exenciones mínimas que incluye el plan de Cain sí son suficientes, ya que "exime de cualquier impuesto a las personas per debajo del umbral de la pobreza" [cursivas de Laffer]. Por lo tanto, podría perjudicar, si acaso, a "los pobres" que no están por debajo del umbral de la pobreza.
El cuarto 9 oculto
Cain puede alardear de que su plan elimina el mayor impuesto que pagan los contribuyentes con menores rentas, a saber: las contribuciones a la Seguridad Social y al Medicare, el denominado "impuesto sobre la nómina", cuyo tipo actualmente es del 15,4%. Pero, según el estudio, para muchos contribuyentes, lo que se ahorrarían al no tener que pagar este impuesto sería inferior a lo que sí tendrían que pagar con el renovado impuesto sobre la renta.
Peor todavía, según Peter Schiff, si Cain logra implementar este plan, no será 9-9-9 sino 9-9-9-9, donde el cuarto 9% se referiría al tipo impositivo del impuesto sobre la nómina. Schiff admite que el plan de Cain "aliviaría la carga que soportan las empresas, ofrecería un recorte de impuestos a muchos americanos y redirigiría la imposición sobre el consumo en vez de sobre la generación de renta. Esto es exactamente lo que nuestra economía necesita".
Sin embargo, Schiff cree haber detectado en la propuesta de Cain "un serio defecto que el señor Cain no ha mencionad, y que aquéllos que han analizado su plan han pasado por alto". Y es que, a diferencia del "actual sistema impositivo sobre las sociedades, el plan elimina la deducibilidad de los sueldos y salarios de dicho tributo. El efecto neto es la creación de un nuevo impuesto del 9% sobre los salarios." Aunque, de momento, este defecto ha pasado desapercibido, Schiff cree que "cuando este cuarto 9 caiga de la manga de Cain, muchos de sus oponentes probablemente le acusarán de hacer trampas".
Un nuevo impuesto federal: el IVA
Otra crítica al plan se fija en que implica introducir un impuesto sobre las ventas. En Estados Unidos no hay ningún impuesto federal de este tipo, aunque sí existe en algunos de los estados. Algunos críticos, especialmente entre las filas republicanas, han manifestado su preocupación de que, aunque se establezca inicialmente con un tipo único del 9%, este nuevo impuesto represente una tentadora invitación al Gobierno federal para subir todavía más los impuestos. "Te da tres impuestos, y los tres podrían crecer", afirmó Grover Norquist, el influyente presidente de Americans for Tax Reform. "Habrás puesto tres agujas en tu brazo para extraer sangre, en vez de una".