La espiral descendente del sector de la construcción no parece tener fin. Hace unos días conocimos los datos de licitación oficial de obra pública en el mes de julio, que vinieron a confirmar la tendencia de los meses anteriores. La Administración Central sigue aumentando el gasto (+47,8%), presumiblemente en un proceso de cierre de contratos en los meses previos al cambio de Gobierno, mientras que el desplome en las comunidades autónomas (-60,3%) y corporaciones locales (-51,2%) es cada vez mayor, como era previsible dadas las dificultades financieras en las que están instaladas.
En el gráfico puede apreciarse el leve repunte en la licitación de la Administración Central (debida sobre todo al AVE a Galicia), que no sirve a pesar de todo para compensar el desplome de la licitación en las otras administraciones.
El total de licitación se hunde un 58,2% desde el cénit de la burbuja (2007), y a pesar de eso continúa en niveles insosteniblemente altos, dada la abundante dotación de infraestructuras de que disponemos y la escasísima necesidad de invertir más. Esto se demuestra claramente cuando vemos que las inversiones que se están realizando son en infraestructuras que jamás tendrán un retorno positivo en términos de rentabilidad económica, como el citado AVE a Galicia.
Por su parte, los visados de obra nueva, lejos de remontar desde los bajísimos niveles en que se encuentran desde hace muchos meses, vuelven a caer en julio (-11,1% respecto a julio de 2010) y se encuentran actualmente un 91,6% por debajo de los máximos de la burbuja.
En el gráfico podemos apreciar cómo el número de obras terminadas se aproxima cada vez más al de visados. Como no existen obras nuevas en las que puedan colocarse, todos estos empleados van engrosando poco a poco las listas del paro, junto con los colocados en las obras públicas que se van finalizando y cuyas empresas van ganando cada vez menos concursos, ya que la licitación va reduciéndose a marchas forzadas, como hemos visto.
El resultado es la disminución continuada en los trabajadores de la construcción, que en ningún momento ha dejado de suceder desde el inicio de la crisis. En el último año más de 205.830 trabajadores de la construcción han perdido su empleo. Ahora mismo, la mitad de los empleados de la construcción que había a mediados de 2007 engrosan las listas del paro.
Las perspectivas del sector no son nada halagüeñas, y es de esperar que la dinámica propia de la disminución de construcción de vivienda y los nuevos recortes en la licitación sigan haciendo caer el empleo en la construcción, del que podemos esperar como mínimo, que añada por lo menos otros 300.000 trabajadores más a las listas del paro en los próximos dos años, en el mejor de los casos, y hasta 500.000 si la obra pública se recorta de forma radical, lo que a día de hoy parece muy probable.