Hay que dejar claro a los políticos derrochadores que su irresponsabilidad tendrá consecuencias. Sólo así podrá comenzar a escribirse el capítulo definitivo de esta historia interminable en la que se ha convertido la crisis griega.
EDITORIAL
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mpab dijo el día 4 de Octubre de 2011 a las 09:43:
No. Si las consecuencias no las pagan los políticos nunca.
Le han dado a la gente una falsa seguridad y estabilidad económicas y la gente les está agradecida. Y lo volverán a hacer apenas tengan la oportunidad.
El "estado empleador que no quiebra" que cede a todas las demandas de los sindicatos y que reparte beneficios preelectorales. Ese es el bueno de la película. Y los políticos, sus profetas.
Los malos siempre serán "los que tienen dinero". Porque envidiamos al que tiene un Ferrari, no a los que tiene el poder. Y por la envidia colectiva, se ve justo y necesario que no se les pague los préstamos.
Porque de eso se tratan las protestas en todo el mundo: No pagar préstamos. No pagar hipotecas. No pagar deuda soberana. Y lo peor es que la gente lo ve bien. A nadie se le ocurre pensar por qué se ha dado ese endeudamiento. Por qué los mileuristas compraban coches de 30mil euros a plazos más largos que la vida útil del vehículo. Por qué se emitía deuda soberana para regalar cheques-bebé o prejubilaciones...
Y la gigantesca masa de funcionarios que se han hecho a la idea de no mover nunca más su trasero de la silla, que van a agarrarse con uñas y dientes ellos y sus familias y que probablemente se morirían de hambre si los hechan por que no saben hacer más que hacer esperar al público, tomarse 4 cafés por la mañana y rechazar trámites porque falta la firma del abuelo analfabeto.
No, señores. La cosa no es quebrar un país y que éste se quede con la idea de que fueron Goldman y Sachs y que por lo tanto hay que acabar con los judíos. Hay que dejar las cosas claras. La pregunta es CÓMO.
No. Si las consecuencias no las pagan los políticos nunca.
Le han dado a la gente una falsa seguridad y estabilidad económicas y la gente les está agradecida. Y lo volverán a hacer apenas tengan la oportunidad.
El "estado empleador que no quiebra" que cede a todas las demandas de los sindicatos y que reparte beneficios preelectorales. Ese es el bueno de la película. Y los políticos, sus profetas.
Los malos siempre serán "los que tienen dinero". Porque envidiamos al que tiene un Ferrari, no a los que tiene el poder. Y por la envidia colectiva, se ve justo y necesario que no se les pague los préstamos.
Porque de eso se tratan las protestas en todo el mundo: No pagar préstamos. No pagar hipotecas. No pagar deuda soberana. Y lo peor es que la gente lo ve bien. A nadie se le ocurre pensar por qué se ha dado ese endeudamiento. Por qué los mileuristas compraban coches de 30mil euros a plazos más largos que la vida útil del vehículo. Por qué se emitía deuda soberana para regalar cheques-bebé o prejubilaciones...
Y la gigantesca masa de funcionarios que se han hecho a la idea de no mover nunca más su trasero de la silla, que van a agarrarse con uñas y dientes ellos y sus familias y que probablemente se morirían de hambre si los hechan por que no saben hacer más que hacer esperar al público, tomarse 4 cafés por la mañana y rechazar trámites porque falta la firma del abuelo analfabeto.
No, señores. La cosa no es quebrar un país y que éste se quede con la idea de que fueron Goldman y Sachs y que por lo tanto hay que acabar con los judíos. Hay que dejar las cosas claras. La pregunta es CÓMO.