“¿Cómo podemos callar el hecho de que incluso el alimento se ha convertido en objeto de especulaciones o está ligado a los cambios de un mercado financiero que, privado de leyes seguras y pobre en principios morales, parece anclado sólo al objetivo del beneficio? La alimentación es una condición que concierne al derecho fundamental a la vida. Garantizarla significa también actuar directamente y sin demora sobre los factores que, en el sector agrícola, pesan de manera negativa sobre la capacidad de fabricación, los mecanismos de la distribución y el mercado internacional. Y esto, cuando una producción alimentaria global, según la FAO y expertos autorizados, es capaz de alimentar a la población mundial” (Benedicto XVI).
Las causas del hambre son múltiples (muchos países sufren hambre); seguramente la falta de libertad y justicia características del comunismo está ellas pero también la especulación financiera sobre los alimentos tal y como nos recordó Benedicto XVI el pasado verano ante la FAO.
Según la FAO los países (con distinta prevalencia de partida) que han conseguido el objetivo de reducir a la mitad la proporción de personas que pasan hambre desde 1990 son muchos menos (como Armenia, Azerbaiyán, Chile, Congo, Cuba, Gabón, Georgia, Ghana, Guyana, Jamaica, Kuwait, Malí, Marruecos, Myanmar, Nicaragua, Nigeria, Uruguay o Vietnam) que los que desgraciadamente todavía NO lo han conseguido (como Angola, Bangladesh, Benin, Bolivia, Botswana, Brasil, Burkina Faso, Burundi, Camboya, Camerún, Colombia, Costa de Marfil, Chad, China, Ecuador, El Salvador, Eritrea, Etiopía, Filipinas, Gambia, Guatemala, Guinea, Haití, Honduras, India, Indonesia, Kenia, Kirguistán, Lesoto, Liberia, Madagascar, Malawi, Maldivas, Mauricio, Mauritania, Mongolia, Mozambique, Namibia, Nepal, Níger, Pakistán, Panamá, Paraguay, Perú, República Centroafricana, República del Congo, Laos, República Dominicana, Corea del Norte, Ruanda, Senegal, Sierra Leona, Sri Lanka, Somalia, Sudán, Surinam, Swazilandia, Tailandia, Tanzania, Tayikistán, Togo, Trinidad y Tobago, Turkmenistán, Uganda, Uzbekistán, Venezuela, Yemen, Zambia o Zimbawe).
Saludos.
[Amagi24] Curiosas las dos listas que envía, una de países con mercados liberalizados o en camino de liberalizarlos y otra, mayor, de países con sistemas políticos dictatoriales totalitarios, inmersos en guerras o con mercados intervenidos.
Eso sí, la culpa la tiene la libertad de los mercados.
Por lo demás, aunque no estoy seguro, me da la impresión de que está vd malinterpretando las palabras del Papa.
Por ejemplo, el Papa menciona "un mercado financiero (...) privado de leyes seguras y pobre en principios morales [que] parece anclado sólo al objetivo del beneficio", pero este alegato no me parece que vaya tanto contra el objetivo del beneficio (inherente al concepto de mercado) sino contra la pobreza moral y el débil marco legal en el que funciona este mercado (yo matizaría que el problema es la pobreza moral que inspira las intervenciones políticas sobre ese mercado, intervenciones que fomentan ciertos desmanes).
Y también habla de "actuar directamente y sin demora sobre los factores que, en el sector agrícola, pesan de manera negativa sobre la capacidad de fabricación, los mecanismos de la distribución y el mercado internacional". ¿Qué factores son esos? ¿Acaso la liberalización de los mercados "pesa de manera negativa sobre la capacidad de fabricación, los mecanismos de la distribución y el mercado internacional"? ¿No será más bien la falta de libertad lo que presiona toda la cadena de producción y distribución hasta detenerla por completo a base de ponerle palos en las ruedas?
Es curioso, pero en toda la lista de países que aporta vd, donde no se han mejorado los índices de pobreza, no veo ni uno solo que se conozca por su "especulación financiera con el precio de los alimentos" y, en cambio, los que sí salen de la pobreza conviven con el mismo mercado internacional, lo que excluye la especulación en éste como factor determinante de la pobreza.
¿No se ha parado nadie (e incluyo al Papa, ya que a veces la postura de la Iglesia en materia económica está demasiado influenciada por la falacia del "juego de suma cero") a pensar que tal vez sea la existencia de esa especulación la que permite a los productores albergar la esperanza de obtener mayores beneficios, y que sea eso precisamente lo que les mueva a esforzarse en incrementar la producción de alimentos y en mejorar la cadena de distribución?
¿Qué pasa, que ahora tenemos que dar otro "gran paso adelante" por medio de planes quinquenales, a ver si reeditamos los cien millones de muertos por inanición que causó el comunismo...?
Un saludo.