Si, como afirman desde Washington, la situación del euro asusta al mundo, las metáforas que le dedican a la Unión Monetaria sus vecinos de la libra esterlina no prometen apaciguar las aguas. De hecho, lo que pretende el titular de Exteriores del Reino Unido, William Hague, es precisamente lo contrario: caldear los ánimos en vísperas del congreso de conservadores y convencer de que el euro es "un monumento histórico a la locura colectiva".
Mientras Grecia, acorralada, libra la batalla definitiva contra su propia bancarrota, Hague, el antiguo líder de los tories, y uno de los hombres más cercanos a Downing Street, echa por tierra la política de rescates llevada a cabo por la Unión Europea. En una entrevista publicada en la revista The Spectator este jueves, el actual inquilino del Foreign Office ha desempolvado unas viejas declaraciones de cuando, todavía líder del Partido Conservador, dibujó el euro como un edificio en llamas del que no hay manera de salir.
"Te lo dije"
Como quien presume de razones con un "te lo dije", Hague asegura que no se equivocó cuando, en 1998, combatió el fervor pro-euro de Tony Blair advirtiendo que una moneda común podría dañar la estabilidad europea, al concitar a su alrededor economías tan dispares.
Las palabras de Hague retumban en los muros de la casa en llamas en un momento de excepcional tensión. Con Grecia merodeando el patíbulo desde hace año y medio, y arrodillada ante sus socios implorando los vitales 8.000 millones de euros que necesita para evitar una quiebra inmediata, Bruselas agota a la desesperada su repertorio de gestos para generar confianza y los ministros del euro vuelven a convocar reuniones de urgencia para responder a la emergencia antes de mediados de octubre.
Pero la retórica a favor de Grecia, tan al gusto de los capitostes económicos de la UE, no ha llegado a Londres, donde los tories calientan motores antes de su congreso criticando los rescates y reclamando que Bruselas le devuelva sus poderes. Hague, que trabaja codo con codo en la coalición con Danny Alexander, uno de los hombres clave de los Liberales y responsable de la campaña de comunicación a favor de la entrada de Gran Bretaña en el euro, está convencido de que ésa es la batalla que le toca dar ahora.
Desde Bruselas, el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, se indigna ante los diagnósticos que se saltan el guión. Que no acepta consejos "paternalistas" de Obama, se rebela; que es momento para "arranques de orgullo europeo", asegura imbuido de un vigor que muchos echaron de menos al comienzo de la crisis, años atrás. Por eso, parece también poco probable que las palabras del alto cargo británico gusten en la Comisión, donde el afán sigue siendo mantener una narrativa a favor de la moneda en apuros y dirigir la orquesta de los Veintisiete en defensa del famoso "más Europa".