La lucha entre Barack Obama y el Partido Republicano por la reducción del déficit público puede haber entrado este lunes en uno de sus momentos más decisivos. El presidente de EEUU ha decidido pasar al ataque y ha presentado un nuevo plan que pretende rebajar los números rojos del Estado en hasta 4 billones de dólares en diez años. En eso, el demócrata está de acuerdo con sus rivales: los dos partidos creen que los números rojos de la administración norteamericana son insoportables.
Lo que no está tan claro es el cómo lograrlo. Desde el bando republicano, se exige que se reduzca el peso del Estado en la economía estadounidense, que ha aumentado en los últimos años hasta niveles nunca vistos en la primera economía del mundo. En su opinión, debe ser a través de recortes del gasto como se ataje este problema. Por parte demócrata, se quieren crear nuevos impuestos para recaudar más y así no tener que meter la tijera en tantas partidas como desearían los republicanos.
Además, todo este enfrentamiento está rodeado por la clásica discusión acerca de si subir los impuestos genera más o menos ingresos. Según muchos analistas, el incrementar los tipos impositivos desincentiva la inversión y retrasa la salida de la crisis económica (con el consiguiente efecto de que al crecer menos y haber menos actividad, también se recauda menos).
El ejemplo de Buffet
Todo esto no ha importado a Barack Obama que ha presentado este lunes un plan para reducir entre 3 y 4 billones de dólares el déficit público en diez años, en el que "todos contribuirán con su justa parte", incluidos los más acaudalados: "No deberíamos reducir el déficit a costa de los pobres y los trabajadores". En un discurso desde los jardines de la Casa Blanca, el presidente de EEUU advirtió de que si no se actúa ahora "toda la deuda caerá sobre los hombros de nuestros hijos".
Obama anunció que una parte importante del reequilibrio presupuestario provendrá de una mayor presión fiscal sobre las rentas más altas y de la aplicación de un principio muy simple: "que la secretaria del señor Warren Buffett no pague más impuestos que el señor Buffett", dijo en alusión a una de las mayores fortunas de EEUU, que ha reconocido que paga menos que su colaboradora, informa EFE (una frase, por cierto, bastante desafortunada y que no refleja la realidad, como explicaba Toni Mascaró hace unos días en Libre Mercado).
El presidente estadounidense afirmó que vetará cualquier ley para la reducción del déficit que pretenda aprobar la mayoría republicana en la Cámara baja y que se base únicamente en el recorte de los gastos federales pero no aumente los ingresos del Estado (es decir, que no está dispuesto a tocar la gran mayoría de los programas de gasto que han generado el actual volumen de deuda pública y fía su reducción fundamentalmente al incremento de los ingresos).
"Lucha de clases"
Obama negó que su intención de subir los impuestos a los más ricos, introduciendo un impuesto mínimo para las rentas de los multimillonarios, equivalga a "lucha de clases", como han calificado algunos dirigentes del Partido Republicano. Es sólo "matemáticas", replicó Obama. El plan que presentó este lunes el presidente será sometido al supercomité bipartidista, compuesto a partes iguales por congresistas demócratas y republicanos, que tiene la obligación de llegar a un acuerdo sobre la reducción del déficit en al menos 1,5 billones de dólares antes de finales de noviembre.
Las propuestas presentadas este lunes incluyen el ahorro de 1,3 billones de dólares con el final de la intervención militar de Estados Unidos de Afganistán e Irak y la reforma de los subsidios agrícolas y del seguro sanitario para los mayores, pero deja intacto el sistema público de pensiones.
La semana pasada Obama presentó un plan de casi 450.000 millones de dólares para la creación de empleos e insistió este lunes en que el Congreso "debe aprobar" esa iniciativa de inmediato. Esto quiere decir que el presidente de EEUU presenta un plan de reducción del déficit y de la deuda pública apenas cinco días después de haber lanzado un nuevo súper-programa de estímulo que supone muchísimo más gasto público en los próximos años.