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Emilio J. González

La 'recesión ZP'

Zapatero no quiso ver aquellos datos ni aquellos análisis que le advertían de que lo que tenía que hacer era recortar el gasto público rápida y drásticamente.

En la historia económica hay crisis anónimas y hay crisis con nombre propio, bien por su magnitud, bien para que todo el mundo se acuerde de quién la provocó. En Estados Unidos, por ejemplo, a la caída del crecimiento a principios de la década de los ochenta se la conoce como ‘recesión Vockler’ en recuerdo del presidente de la Reserva Federal que provocó la misma con su política de subidas de los tipos de interés. A la recesión hacia la que ahora se encamina España con toda probabilidad habría que denominarla, siguiendo este principio, ‘recesión Zapatero’, porque él y su forma de hacer las cosas es quien, en última instancia, nos ha metido de cabeza en ella.

Esta nueva recesión es, en primer lugar, consecuencia directa de la forma en que el Gobierno abordó la crisis económica desde el primer momento. Zapatero quiso jugar a ser una versión cañí de Roosvelt y su ‘New Deal’ y ahora todo el país tiene que pagar las consecuencias de ese error. Porque fue un error mayúsculo, desde el primer momento, el tratar de evitar la crisis, y luego salir de ella, con la receta keynesiana tradicional de impulsar el gasto público y pensar que el déficit presupuestario no importaba. Aquellos polvos trajeron estos lodos y la financiación de dicho déficit se ha convertido en la primera causa de esta recaída porque ha dejado sin financiación al sector privado y, a través de él, al crecimiento económico. Para más inri, sólo a un Gobierno como el de ZP se le ocurre subir los impuestos para cerrar el ‘agujero’ fiscal cuando los mercados se han puesto duros, sin tener en cuenta que la demanda interna de consumo y de inversión seguía cayendo. Con la subida del IVA y demás impuestos la ha hundido todavía más.

Zapatero, sin embargo, no quiso ver aquellos datos ni aquellos análisis que le advertían de que lo que tenía que hacer era recortar el gasto público rápida y drásticamente. Por el contrario, él se creó su particular cuento de la lechera y pensó que si las economías europeas entraban en la senda de la recuperación, éstas tirarían de nuestra economía a través de las exportaciones y así saldríamos del problema sin necesidad de tomar medida alguna de política económica, como el ajuste presupuestario, el del sector de la construcción o la reforma laboral. Pero, como a la lechera, a ZP, al final, se le ha roto el cántaro antes de llegar a la fuente y ahora nos vemos camino de una nueva recesión porque no hemos hecho nada para evitarlo. Y, encima, como se ha empeñado en retrasar el adelanto electoral hasta el 20 de noviembre, por razones obvias dada la fecha en cuestión, aquí no se van a poder tomar medidas contra la crisis hasta las Navidades, en el mejor de los casos, con lo que la recesión nos va a golpear con una dureza que nos habríamos evitado, al menos en parte, si se hubieran convocado elecciones en julio. ¿Ahora qué vas a hacer, ZP?

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