Al fin algo de cordura política y, por tanto, de esperanza. El recorte anunciado por María Dolores de Cospedal en el presupuesto castellanomanchego supone un ejemplo a seguir para el resto de comunidades autónomas deficitarias. Y es que una reducción interanual del 20% en el gasto público es, sin duda, un auténtico plan de choque que avanza en la buena dirección para alcanzar el ansiado objetivo de estabilidad presupuestaria. Y ello, sin necesidad de subir impuestos.
De este modo, Cospedal se ha convertido en la leñadora que precisaba su región para empezar a despejar el enorme bosque de despilfarro que tanto se empeñó en extender el anterior Ejecutivo socialista de Bono-Barreda. Eso, y no otra cosa, es lo que precisa el conjunto del sector público español. Austeridad pura y dura, ya que de ésta, y no al contrario, se deriva la necesaria credibilidad y confianza que tanto demandan los inversores internacionales. Tan sólo un plan de estas características logrará poner las cuentas en orden, condición sine qua non para emprender una sólida salida de la crisis.
El resto son simples falacias, desde la subida de impuestos, pasando por los afamados tijeretazos de orden menor, hasta los furibundos discursos en contra de los mercados y la especulación tan propios de los socialistas. Cospedal está haciendo lo correcto para construir un porvenir provechoso a sus contribuyentes. Y es que, dada la situación, no le quedaba otra opción: o corregir a tiempo mediante un giro presupuestario de 180 grados o continuar una suicida huida hacia adelante de terribles consecuencias.
En este sentido, la presidenta ha demostrado una gran convicción para hacer lo que debía sin que le temblara lo más mínimo el pulso. Cospedal sigue así los buenos pasos emprendidos en esta materia por Aguirre en la Comunidad de Madrid, si bien ésta última no se vio obligada a adoptar un plan tan llamativo y urgente gracias a que en su momento ya adoptó las decisiones adecuadas para evitar el previsible descuadre de sus cuentas públicas. Pese a ello, a Cospedal aún le queda un arduo trabajo por delante para poner la casa en orden, ya que la imprescindible austeridad ha de acompañarse de profundas reformas económicas tendentes a potenciar el crecimiento a fin de que la receta de la salvación dé sus frutos al completo. En esta última tarea, por cierto, también Aguirre destaca como alumna aventajada sobre el resto de sus colegas regionales.
Además, y esto es lo más importante, el hecho de que sea precisamente Cospedal la primera en empuñar la motosierra con las dos manos es un muy buen indicio de lo que puede deparar la futura gestión presupuestaria de Rajoy al frente del Gobierno central. Y es que, tal y como advertíamos en estas mismas páginas en 2009...
Lo que necesita Zapatero no es, pues, una chequera sino unas tijeras de tamaño jardín para aplicar un recorte drástico en los Presupuestos Generales del Estado, al igual que todos los presidentes autonómicos y autoridades locales de este país. Y después, bajar impuestos para fomentar el ahorro y aliviar la carga fiscal de familias y empresas.
Este precedente de Cospedal inspira, como mínimo, algo de confianza en nuestra clase política. Esperemos, pues, que cunda el ejemplo. España necesita más políticos metidos a leñadores o, dicho de otro modo, más hormigas y muchas menos cigarras.