Cara y cruz para la Hacienda española en este primer día de septiembre. En el lado positivo, hay que anotar que ha salvado una de las citas más esperadas de las últimas semanas: el Tesoro ha conseguido colocar más de 3.600 millones en bonos a cinco años a un interés menor que en la última emisión. En el negativo, la prima de riesgo ha mantenido su tendencia de las últimas jornadas y ha cerrado la sesión en los 290 puntos.
La subasta de bonos a cinco años que tenía convocada para este jueves el Tesoro era esperada con expectación. El pasado 18 de agosto, se suspendió una cita igual debido a la volatilidad que entonces existía en los mercados y que habían llevado la prima de riesgo por encima de los 400 puntos. En los últimos días se habían celebrado dos subastas de deuda a corto plazo, pero ninguna con un vencimiento tan elevado, por lo que había una cierta incertidumbre.
La cita se ha saldado con éxito, puesto que no sólo se ha colocado lo pretendido (unos 3.600 millones en la mitad del rango previsto), sino que el interés comprometido ha sido del 4,518%, bastante alto pero inferior al 4,891% de la última convocatoria de este tipo de bonos, que tuvo lugar el 7 de julio. En las tres subastas de estas últimas semanas se ha conseguido colocar el papel a un interés inferior.
Todo esto no puede explicarse sin las intervenciones del BCE en las últimas semanas. El organismo decidió acudir en ayuda de los gobiernos italiano y español ante lo que se interpretó como ataques especulativos. Sin embargo, esta actitud no ha estado exenta de polémica, porque en sus estatutos queda claro que no puede intervenir en el mercado de deuda. De hecho, el presidente alemán alertó sobre una posible extralimitación en su mandato (aunque fue rápidamente llamado al orden por Angela Merkel). Está claro que si un país sabe que el BCE comprará su deuda tiene muchos menos incentivos para manejar sus cuentas con disciplina.
El equipo de Jean-Claude Trichet ha defendido que esto les inhabilita para comprar en el mercado primario (en subastas como las de hoy), pero no en el secundario (comprando deuda en los mercados). Lo que ocurre, es que si los inversores saben que el BCE está comprando deuda, será más fácil que acudan a las subastas y eso lo sabe Trichet que se agarra al tecnicismo para hacer algo que muchos creen que no puede hacer. De hecho, para algunos inversores puede ser una tentación intentar aprovecharse y comprar barato al Tesoro para luego vender caro al organismo supervisor. Por eso, era previsible (y así ha ocurrido), que las subastas posteriores a esta intervención fueran positivas para los intereses del Gobierno español.
Sin embargo, no todo han sido buenas noticias para la deuda española. Las compras del organismo con sede en Fráncfort lograron enfriar la situación en el mercado secundario, pero en los últimos días la prima de riesgo ha vuelto a repuntar y este jueves ha cerrado en 290 puntos, mirando de reojo al fatídico nivel de los 300 puntos. Eso sí, el bono italiano está aún peor y se mantenía en los 299 puntos al cierre de la sesión.