Tengo la sensación de ser un extraterrestre que vive en un mundo diferente de las otras personas.
-¿Buscar un trabajo "desde" el trabajo?.Será el que tenga.
-¿Aprovechar de los ahorros?.¿Los hay?.
-¿Negociar?
Esta claro que unas personas son extraterrestres para otras personas.
Su artículo es demasiado extenso como para que usted tenga razón. Yo solo sé que hace tres años cobraba exactamente lo mismo que ahora en términos absolutos, solo que el coste de la vida ha subido bastante. ¿Qué poder de negociación dice usted que tengo? ¿Hacerme el arakiri? Lo que sí le concedo es que las subidas artificiales de salarios, o la actuación de los zánganos de los sindicatos no pueden evitar la implacable fuerza de la realidad.
Mire, que Don Fedérico diga que se cree esas cosas, no le autoriza tratarnios a los lectores de LD como si fuesemos tontos de baba.
Y es que un trabajador también es un empresario, en el sentido de que tiene que lidiar con un futuro irreductiblemente incierto, que no es un porvenir, sino un por hacer.
Que uno haga de forma diligente lo mismo, día tras día, no es garantía de que valga igual a lo largo del tiempo; depende, en última instancia, de la valoración que de nuestro trabajo haga el consumidor.
Debemos, por tanto, estar en un estado de alerta, o, mejor dicho, de perspicacia activa, que nos lleve a plantearnos, constantemente, cuál es el valor de mercado de nuestro trabajo y en, en base a ello, dirigir nuestra acción para que, en la medida de lo posible, dicho valor no disminuya.
Y eso vale, tanto para el superejecutivo, como para el que se gana la vida limpiando cristales.
Son los trabajadores quienes explotan a los empresarios, ya que éstos tienen muchas trabas para despedirlos si resultan improductivos. Es imposible que un trabajador sea explotado por un empresario a no ser que sea masoquista, pues le bastaría con buscar otro empleo, y si no lo encuentra es porque el empresario que lo emplea le está pagando más de lo que vale.
La idea es estupenda… Sobre el papel. En la práctica no es la cualificación del trabajador la que determina la capacidad de negociación, sino la valoración que de la misma, respecto al puesto, haga el empresario. Y para eso debe conocer perfectamente y en primer lugar el perfil del puesto, cosa que sin una definición de funciones y tareas es imposible. Esta definición, de forma genérica al menos, aparecía antes en los convenios colectivos; Si se fija en su evolución, verá que las categorías profesionales se han ido reduciendo, agrupándose las tareas y funciones. Es decir: La llamada “versatilidad del trabajador”, tan de moda, sólo significa que se busca a alguien dispuesto a hacer cualquier cosa que le ordene el empresario o requiera el puesto, sin que suponga el más mínimo reconocimiento en la remuneración. No se firma un contrato, sino un cheque en blanco estandarizado. Basta con echar un vistazo a las ofertas de trabajo que se publican para ver que la relación cualificación-salario es casi inexistente fuera de los niveles directivos para empresas de muy gran tamaño.
Ciertamente, lo deseable sería que tanto el empresario como el trabajador pudiesen negociar “win-win”, conviniendo lo más adecuado para ambos sin injerencias externas y guiándose los dos por criterios de racionalidad, eficacia, eficiencia y responsabilidad. Pero a día de hoy siguen siendo negociaciones de suma cero y lo seguirán siendo mientras el empleador carezca de la formación e información suficiente como para valorar el puesto correctamente, dentro de un plan de negocio bien elaborado y documentado, completamente personalizado. No olvidemos que la mentalidad mayoritaria entiende la “Mano de obra” como un coste y no como la inversión que es en realidad, por lo que se contrata para cubrir un puesto da igual con qué y por lo más “barato”. Y luego resulta que la productividad “del trabajador” es baja…
Sr. Rallo, no le pido que se de una vuelta por pequeños y medianos comercios o bares en los que una vez finalizado el horario de trabajo remunerado, empieza el no remunerado: almacén, escaparates, neveras e incluso limpieza del local, pero dese una vuelta por los medios de comunicación, en Madrid o provincias, por los grandes grupos, y no sólo periodistas, pase por los departamentos de contabilidad o recursos humanos: en algunos casos se superan los horarios en 30 ó 40 horas semanales, sobre todo cuándo se cierra la contabilidad mensual, y eso conviviendo en la empresa con sindicatos que miran para otro lado en unos casos y en provincias en muchas ocasiones sin que exista comité de empresa. ¿No es eso una estafa a la Seguridad al no cotizar por horas extras, al trabajador, a su familia y a los que pagamos impuestos?
@ jomandoo
Un ejemplo: Si tú sigues haciendo lo mismo de siempre, pero el coste de la factura de la luz de tu empresa ha subido (digamos que debido a las políticas energéticas de consumir energías verdes por cojones aunque sean más caras) hace que tú y tu empresa seais menos productivos, puesto que producís lo mismo, pero a un precio más alto (debido a la factura eléctrica)
Qué bien se explica don Juan Ramón. Yo tengo una duda: Entiendo que si disminuye la productividad marginal, debería bajar el sueldo, pero ¿qué hace que aumente o disminuya la productividad en un trabajador en el mismo puesto de trabajo durante un periodo de años? ¿Cómo es posible que haya perdido yo trabajador productividad en mi trabajo haciendo lo mismo siempre? ¿Acaso he dejado de ser productivo sin darme cuenta? ¿O en qué depende de mí la pobreza general, la recesión en que estamos cayendo, si yo sigo trabajando, haciendo lo de siempre?
Veo que algunos comentarios asumen que estamos en Zimbabwe (98% de paro) en lugar de en España (20% de paro).
Así pues, se rasgan las vestiduras cuando se habla de "mejora de empleo" o de "ahorros" como si NADIE tuviera acceso a tales cosas. Pero tal punto de vista es falso de toda falsedad: un 80% de la población activa sí tiene acceso a ellas (eso no quita para lo dramático del 20% restante, pero es absurdo cerrar los ojos a la realidad de esa mayoría)
Curiosamente ha sido, entre otras cosas, esa actitud cegata la que nos ha traído a donde estamos. Ya lo denunció Hazlitt en su día: la cortedad de miras es peligrosa.
Desde luego, lo expuesto por Rallo en este y otros artículos no es dogma de fe, de modo que es perfectamente discutible.
Pero desde la razón y los argumentos, no desde la demagógica generalización de casos particulares: mucha gente tiene ahorros y mucha gente tiene trabajo, y toda esa gente no es "extraterrestre" sino ahorradora y trabajadora (aunque no es extraño que a las cigarras que hay por ahí sueltas indignándose, las hormigas les parezcan bichos raros...)
Un saludo.