Comentaba hace una semana que no era creíble que a Berlusconi se le exigiera tanto para comprar bonos italianos y tan poco a Rodriguez Zapatero para los españoles. Y a pesar de que nuestro presidente se negó a contestar a los diputados de las Cortes que le preguntaron por la existencia de una carta del BCE que imponía condiciones para dicha compra, creo que ha quedado demostrado que estamos a las ordenes de la Sra. Merkel y del BCE. Esto es lo que supone aceptar una enmienda a la constitución para obtener un déficit público cero dentro de unos años.
Queda por ver si esta medida será buena o no para la economía española, es decir si permite un cierto grado de flexibilidad a través del ciclo (regla de oro), si condicionará o no los déficits de las comunidades autónomas y si efectivamente vaya a ser eficaz. Pero lo que queda claro es que ha sido una entrega de soberanía nacional por dictat del BCE y de la Sra. Merkel. En los próximos días sabremos si hay otras condiciones en la famosa carta del BCE a Rodriguez Zapatero.
La entrega de soberanía nacional no tiene porque verse como una cosa mala. Si se cede soberanía a cambio de un proyecto querido por los ciudadanos, es positivo. Es el caso de la Unión Europea y del euro de la Unión Europea Monetaria. También podría ser la participación de España en los eurobonos propuestos por la Comisión Europea: sería favorable para nuestros intereses pues nos traería tasas de interés más bajas con que financiar toda la economía nacional. Ahora bien, en mi columna del otro día, también indicaba que esto no puede salir gratis y que Bruselas ligaría los eurobonos a la pérdida de soberanía de los países participantes. En efecto, si se superan ciertos niveles de déficit o de deuda pública, Bruselas, y no los gobiernos locales, tendría la voz cantante y la capacidad de aplicar medidas para su corrección.
Evidentemente Ignacio Moncada, columnista de Libertad Digital, no cree que dicha entrega de soberanía nacional pueda llegar a culminarse y que los políticos locales siempre encontrarán vías para sortear los controles y eventualmente destruir el proyecto común europeo. De momento la primera orden-condición que se ha dado es "cambien la constitución". Ahí es nada.
A mí lo que me queda meridionalmente claro es que en las últimas semanas hemos visto el embrión de un nuevo mecanismo de disciplina en la vieja Europa que ha nacido de la necesidad y que empieza a ejercer profundos cambios en nuestro entorno y en España. Veamos pues qué acontece.