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Jaime de Piniés

Órdago europeo

Alemania se resiste a la creación de los eurobonos convencida, y en esto tiene razón, de que su participación le conllevaría unos costes de financiación más elevados que los que tiene actualmente.

Llega la noticia de Bruselas que la Unión Europea, cansada de esperar a una Alemania indecisa, estudia la viabilidad de emitir eurobonos sin la participación germana. Según se desprende, si varios países europeos llegasen a unificar su deuda soberana en un nuevo eurobono, evitarían la volatilidad asociada con sus bonos nacionales. Al tratarse de un stock más amplio de deuda, próximo a los volúmenes de bonos americanos o japoneses, se le daría más estabilidad a los nuevos eurobonos que a los bonos nacionales por separado. En este sentido, la medida propuesta por la Comisión Europea se parece a la que defendí en esta columna hace unos meses cuando propuse garantizar la deuda portuguesa al 100% desde España.

La lógica es similar ya que el resultante diferencial con el bono alemán se reduciría, al tratarse de un stock mayor de bonos y, ojo que esta condición es primordial, si los mercados se creen que la nueva estructura de eurobonos no disminuiría la presión sobre los gobiernos nacionales para seguir adelante con el largo y penoso camino de las reformas económicas. De ahí que Bruselas ligue los eurobonos a la pérdida de soberanía de los países participantes. En efecto, si superan ciertos niveles de déficit o de deuda pública, Bruselas y no los gobiernos locales tendrían la voz cantante.

Evidentemente, un eurobono sin Alemania (u Holanda o Finlandia), sería más débil del que resultaría de su incorporación. Pero en un mundo donde lo mejor es enemigo de lo bueno, no cabe desperdiciar dicha oportunidad. Alemania se resiste a la creación de los eurobonos convencida, y en esto tiene razón, de que su participación le conllevaría unos costes de financiación más elevados que los que tiene actualmente. Es cierto, al menos en el corto plazo. Pero también es cierto que para los demás países miembros del euro tiene que haber ventajas y unas tasas de interés más bajas; es lo mínimo que se puede esperar de una unión monetaria.

Por lo tanto, acierta Bruselas con este órdago europeo que puede llevar a Alemania a replantear su postura.

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