"Aunque las ventas en corto pueden ser una estrategia válida de mercado, cuando se usa en combinación con la difusión de falsos rumores es claramente abusiva" y, por lo tanto, "sancionable". Éste es el único argumento empleado por la Autoridad Europea de Valores Financieros (ESMA) para prohibir, durante al menos 15 días, la especulación bajista sobre numerosos valores de Francia, España, Italia y Bélgica, de momento. Es decir, la UE considera que el desplome bursátil de la banca comunitaria en las últimas jornadas no está justificado, ya que los especuladores bajistas se están aprovechando de los "falsos rumores" que circulan acerca de la solvencia de grandes entidades.
Como mínimo, se trata de una argumentación injustificable: igual de condenable es actuar en contra de los especuladores bajistas cuando la bolsa cae que contra los alcistas cuando ésta se dispara. Sin embargo, lo más grave de la nueva intervención europea radica en su manifiesta hipocresía. La razón de fondo son los "falsos rumores" que circulan, tales como la degradación crediticia a Francia o la grave situación que atraviesa Société Générale, el segundo mayor banco galo.
Así pues, la cuestión radica en saber quién miente aquí. ¿Algunos agentes interesados en que la bolsa baje para sacar rendimiento o la tradicional banda de burócratas empeñada en ocultar la realidad a la opinión pública? En primer lugar, se olvida que al igual que hay especuladores bajistas también los hay alcistas, aquéllos que obtienen rentabilidad si la bolsa sube. En segundo lugar, la existencia de rumores e informaciones de todo tipo es una constante en el mercado; cosa distinta es si éstos son o no creíbles. Y es que, por mucho que alguien diga que el Gobierno suizo, por ejemplo, va a quebrar mañana, si sus fundamentales son sólidos el mercado ni se inmutará.
El problema aquí es bien distinto. En primer lugar, existen dudas más que razonables sobre la triple A de Francia, sobre todo tras la histórica degradación de EEUU, y, por tanto, muchos inversores tratan de anticiparse a su rebaja. Pero es que, además, los bancos franceses y alemanes son los principales acreedores externos de los países periféricos de la zona euro. La quiebra parcial de Grecia, su posible extensión a Irlanda y Portugal y el creciente riesgo de que España e Italia puedan precisar de un rescate constituyen motivos de sobra para pensar que el precio de sus acciones está inflado.
De hecho, desde hace ya muchos meses se insiste una y otra vez en que la caída de España e Italia pondría en jaque la actual estructura del euro. Pues bien, la prima de riesgo española superó los 400 puntos básicos la semana pasada, y la rentabilidad de los bonos italianos se disparó hasta tasas récord. Si la tensión en la deuda de ambos países se ha atenuado algo en los últimos días se debe tan sólo a las compras extraordinarias (e ilegales) del Banco Central Europeo (BCE). Otro parche que continúa sin solventar el problema de fondo.
La caída de las bolsas es consecuencia de la delicada situación financiera que sufre la zona euro y no culpa de los especuladores. En todo caso, si éstos estuvieran equivocados y los títulos ahora prohibidos estuvieran infravalorados pagarían con creces sus errores de inversión mediante abultadas pérdidas en sus carteras.
Por el contrario, una de las funciones básicas de los políticos es mentir: así lo hicieron en 2008, cuando negaron que el sistema financiero internacional estaba al borde del colapso; en 2010, con la intervención de Grecia, la crítica situación de España en mayo y el posterior rescate de Irlanda; también falsearon los test de estrés realizados a las grandes entidades europeas; este año mintieron con el rescate de Portugal, la quiebra parcial de Grecia (segundo rescate), la segunda ronda de test de estrés y el alto riesgo de España e Italia; y ahora, por último, ocultan que la banca francesa –y alemana– está repleta de bonos periféricos basura y deuda triple A inflada.
Ya lo advertía en privado el presidente del Eurogrupo, Jean-Claude Juncker: "Cuando la cosa se pone seria, tienes que mentir". Los "falsos rumores" provienen de los políticos no de los mercados.