En los últimos años las agencias de calificación se han puesto de moda. Moody´s, S&P y Fitch han tomado un papel relevante desde que comenzó la crisis financiera en 2007 poniendo en el punto de mira con sus calificaciones a países o empresas, a veces con valoraciones precipitadas o en otros casos desacertadas, como Lehman Brothers que el mismo día de su quiebra tenía en su poder la mejor nota.
A mediados del siglo pasado se generalizaron estas agencias norteamericanas (Moody´s, S&P y Fitch) que fueron determinantes para del desarrollo de los mercados de capitales. Poco a poco los inversores anglosajones demandaban más datos de las empresas en las que invertir a parte de los indicadores financieros que éstas ofrecían, querían además datos éticos de la inversión.
Son muchas las críticas que últimamente están recibiendo estas entidades en relación a su comportamiento con los mercados europeos y su benevolencia con la situación estadounidense. Por ello se escuchan cada vez más voces que hablan de la necesidad de una agencia de rating europea para acabar así con el "monopolio" estadounidense de las agencias de calificación.
La última crítica que han recibido estas agencias a pasado a mayores, este jueves la Fiscalía de Trani (Italia) ha incautado varios documentos en las oficinas de las agencias de rating Moody's y Standard Poor's implicadas en una investigación abierta desde hace meses por abuso de información.
¿Cómo actúan las agencias de rating?
En la actualidad las empresas (países) que emiten deuda o productos de inversión necesitan una calificación para poder hacerlo por tanto necesitan a estas empresas para poder salir al mercado. Estas agencias actúan entre entidades, por una parte empresas, y por, otro inversores institucionales y gestoras, por lo que a priori no tienen contacto directo con el público.
La tarea de la agencia de rating es complicada. Tiene que analizar los datos y la situación patrimonial de las empresas y de los países emisores de deuda. Estudia todo tipo de datos, riesgo de negocio, solvencia, grado de especulación de sus productos, etcétera.
¿Qué es el rating?
El rating es una nota o calificación de la solvencia que tiene una empresa, un país, instituciones públicas, emisiones de deuda, fondos para hacer frente a sus obligaciones de pago. Esta calificación es necesaria para que esa deuda se pueda emitir, es una obligación legal para hacerlo. El papel de las agencias de rating es fundamental para que las medianas empresas accedan a los mercados de renta fija y renta variable. Se supone que son neutras o que se ha de confiar en esa neutralidad para que el inversor decida de forma adecuada.
¿Quién lo fija?
Las agencias de rating se supone que son independientes de cualquier país o entidad, por eso se considera fiable su valoración. Según esta valoración los inversores tomarán en teoría las decisiones adecuadas acerca de su cartera de inversión y el mercado será más transparente. La realidad es que las tres empresas de calificación más famosas, todas son sociedades cotizadas.
Moody’s Corporation es una sociedad cotizada, sus principales accionistas concentran el 53,5% del capital entre los que se encuentran aseguradoras y compañías gestoras. Standard & Poor’s, es una filial de McGraw-Hill, un holding empresarial con intereses en información, educación y herramientas de medición y análisis financiero. El principal accionista de Fitch es Fimalac (posee un 60% de la agencia), es un holding francés con participaciones empresariales.
Este tipo de agencias no garantizan por tanto la neutralidad de la que nos tenemos que fiar al aceptar sus calificaciones ni la transparencia en la información que ofrece el mercado, pero se acercan, en ocasiones, a la situación empresarial o del país que analizan.
¿Cómo lo fija?
Cada agencia hace un tratamiento diferente pero la finalidad es evaluar la solvencia de una inversión. Cuando se trata de una empresa, los analistas comienzan evaluando la industria y el mercado en el que la compañía está instalada, después evalúan los riesgos del negocio y los específicos para cada emisor. En el caso de los países, se analiza principalmente la deuda soberana, es decir, la calidad de los bonos del país en cuestión.
¿A quién afecta la calificación?
Una degradación del rating puede estar motivada por diferentes factores, en el caso de la deuda soberana de los países, esta degradación viene marcada por la baja calidad de esa deuda. Puede estar afectado por la alta rentabilidad que ofrecen sus bonos, es decir, una prima de riesgo (diferencial de la rentabilidad del bono del país con el bund alemán) demasiado alta. En el caso de las empresas, una disminución de su calificación puede efectuarse por sus propios resultados negativos o de riesgo para los inversores o depender del país en el que está su sede central.
¿Cómo se estima la calificación?
Las posibles calificaciones contemplan un gran rango de notas que varían en función de la agencia, pero principalmente se pueden dividir en dos grandes categorías. Las agencias diferencian además entre el corto plazo y el largo plazo.
- Grado de inversión (de AAA a BB+): cuando se considera adecuada la capacidad de pago, no hay riesgo de insolvencia.
- Grado especulativo (de BB+ a D): son los conocidos "bono basura", es la calificación que tiene actualmente la deuda griega, se utiliza si se considera que el riesgo de impago de las obligaciones de pago es alto. Se puede calificar además con la letra C, que se considera para algunas de estas agencias el default que es una situación con pocas esperanzas de recuperación.
¿Por qué han fallado tanto?
Durante la última década, las agencias de rating han fracasado de manera muy notable en la mayoría de sus calificaciones de la deuda pública y privada. En 2007, comenzaron una casdada de degradaciones generalizadas de las titulizaciones hipotecarias subprime y de otros productos estructurados que las contenían (como los llamados CDO o Collateralized Debt Obligation) y, desde 2009, también iniciaron una ronda de degradación de la deuda soberana.
Muchos analistas han atribuido sus errores a espurios intereses privados por hundir empresas o países enteros. Sin embargo, la hipótesis más sencilla y razonable es que estas agencias fracasaron por una mezcla entre incompetencia y privilegios estatales: incompetencia, porque manejaban teorías y modelos económicos absurdos (la agencia Fitch reconoció en 2007 que sus modelos asumían que el precio de la vivienda en EEUU no caería jamás); privilegios porque estas tres agencias se han convertido en un oligopolio privado merced a las regulaciones de Estados Unidos y la Unión Europea.
En Estados Unidos, desde mediados de los 70, se restringió la competencia en el mercado de las agencias de rating otorgando a la SEC (la CNMV de EEUU) la capacidad para otorgar la licencia de "Agencia de rating nacionalmente reconocida". Sólo aquellas que lo recibieran, podían otorgar calificaciones que la propia SEC aceptaba como válidas en los procesos de emisión de deuda pública. En la Unión Europea, por su parte, los sucesivos tratados de Basilea y Basilea-II sólo permitieron a las tres grandes agencias de rating (Fitch, Moody's y Standard and Poor's) otorgar calificaciones válidas sobre los activos bancarios.
En definitiva, tanto en EEUU como en Europa, estas agencias pasaron a ser clientes de los legisladores; en lugar de someterse a la disciplina del mercado, expedían calificaciones bajo el paraguas y la protección de la Administración Pública. Por eso, pese a su estripotoso fracaso en la presente crisis, lejos de desaparecer han seguido siendo compañías esenciales dentro de la regulación financiera: los distintos Estados obligan a las empresas privadas, quieran o no quieran, a pasar por ellas... y solo por ellas.