A menos que en el próximo Consejo de Ministros del día 19 de agosto, o incluso antes, el Gobierno ponga en marcha una serie de medidas contundentes y suficientes para convencer a los mercados que podemos evitar la bancarrota, necesitaremos un rescate. Y como sabemos que un rescate no es posible para una economía tan grande como la española, y mucho menos si la italiana también cayera, las alternativas son esencialmente dos:
- Institucional, España permanece dentro del euro y la Unión Monetaria Europea pasa a avalar la deuda pública española (la misma solución que en su día comentamos para evitar un rescate de Portugal). A cambio, Europa y el FMI toman el control del presupuesto de todas las AAPP españolas. Esto supone una perdida profunda de soberanía nacional y el fin del Estado autonómico tal como lo hemos conocido al día de hoy.
- España abandona el euro.
En mi opinión, no queda suficiente tiempo para implementar una programa de reformas estructurales decidido por los españoles. El Gobierno de Rodríguez Zapatero ha dilapidado todo el margen de tiempo que disponíamos para hacer estas reformas. El próximo Gobierno simplemente no llegará a tiempo. Podría haber una ligera posibilidad de salir airosos en el próximo Consejo de Ministros si se adoptan medidas de calado. Pero lo que está meridionalmente claro, tras haber superado un diferencial con el bono alemán a diez años de 400 puntos básicos, es que la situación no aguanta hasta el día 20 de noviembre, la fecha puesta por nuestro presidente para las elecciones generales. De ahí que muchos estemos insistiendo en la necesidad de adelantar aún más las elecciones (a octubre, incluso a septiembre si fuera técnicamente posible).
En una situación donde los mercados no dan el tiempo suficiente para implementar las reformas estructurales de calado que necesitamos para competir dentro del euro, hay que implementar medidas de ajuste, sean cuales sean, con tal de que sean inmediatas. En la situación límite en que ya se encuentra España, pensar que una devaluación podría ser una solución no es en modo alguno descabellado. Lejos de óptimo, al menos cierto. Pero cuando la cruda realidad económica aparece, las alternativas son escasas. En mi opinión, la opción que denomino "institucional" podría ser la mejor. Pero para que esta pueda tener lugar debe contar con el beneplácito de los alemanes, holandeses, finlandeses, etc. que verán automáticamente encarecida su financiación... esto es lo que supone avalar a un Estado en bancarrota. Queda por ver si Europa nos avalará o no, o bien si el Sr. Rodríguez Zapatero por fin despierta y hace todo aquello que se ha negado a hacer en los últimos siete años. Ante esta tesitura, el abandono del euro, por muy costoso que pueda parecer, no se puede descartar entre las escasas posibilidades de la economía española. Insistimos en una constante, todo parece descabellado, quizás se nos escape la lógica que no se deja ver.