Lo curioso de la crisis deudora occidental es que la opción ideológica que lo ha hecho todo mal se cree legitimada para decirles a los de enfrente que son unos, sic, terroristas. Exasperante privilegio de la izquierda el de insultar desde una posición fracasad.
La solución pública a los problemas del capitalismo ha sido el mantra defendido por los socialdemócratas de todos los partidos. Primero, convirtieron la deuda privada de algunos bancos en deuda pública y ahora que no hay quien sujete a la bestia de la orgía de intervención pública, resulta que los culpables son, siempre, los otros. Ya avisó Sartre: "L’enfer, c’est les autres".
Recuérdense los gratos inicios de la semana. Los progresistas aleccionadores enseñaban finanzas y democracia a los paletos yanquis. Había que parar a esos ultra-radicales-fundamentalistas-talibanes del Tea Party a los que el vicepresidente Biden identificó con el calificativo más apropiado: terroristas. Ello, en el casual momento en que la congresista Giffords volvía al parlamento, tras recuperarse de un intento de asesinato por un loco solitario atribuido en su momento por la prensa al Tea Party y particularmente a Sarah Palin. Ejemplar manifestación de la carencia de argumentos.
Que aquellos seres inferiores quisieran garantías para aumentar el techo de la deuda era escandaloso. Lo civilizado, en lugar de pretender aprobar leyes votadas públicamente como una vulgar democracia, era lo que hizo hace poco Zapatero en una de esas reuniones con empresarios agasajadores. Preguntó, según las crónicas, a Botín: "¿con quién hay que hablar?" en "los mercados". Ignoramos la respuesta, que no debió ser puesta a buen provecho.
Pero el comprador de deuda opera sin pasión ni prejuicio, salvo el chino. Por eso, cuando todos los nuevos amantes de América estaban atemorizados por la posibilidad de su quiebra, los bonos americanos a 10 años... bajaban, del 2,8% al 2,59%. Mientras, en Europa, tras el enésimo rescate con dinero público autorizado en julio a Grecia y las quitas de un 21% asumidas por bancos, los bonos españoles e italianos, como efecto de las decisiones tomadas y la macabra broma de Zapatero de convocar elecciones sin disolver, pasaron a valer el 6,2 y el 6% respectivamente. Y eso que los datos macroeconómicos de Estados Unidos con su 9,2% de paro y su 0,85% de crecimiento son los peores de cualquier periodo posterior a una recesión.
El socialismo desbocado nos ha traído aquí, en un fracaso estrepitoso de fórmulas heterodoxas y políticas archi-demagógicas ajenas a la economía y la realidad. No es posible el rescate, ni la unión fiscal no prevista en los tratados, así que no hay más remedio que prepararse para un ajuste de caballo hecho sin ton ni son por un gobierno finiquitado. Eso, o elecciones anticipadas de verdad y un Gobierno que apueste por el crecimiento. Los americanos han enseñado el principio de un largo, duro y difícil camino: limitar la deuda y no subir impuestos. Por eso sus bonos bajan, se disparan los nuestros, y la futura leal oposición político-mediática los calumnia.