Que existe una seria crisis internacional nadie lo pone en duda, pero la situación actual de los diversos países es muy diferente. A un lado vemos, por ejemplo, a los japoneses, los británicos, los italianos, o los españoles, y enfrente están los chinos, los alemanes, los suecos, los chilenos o los israelíes. El motivo de nuestro encaje en el grupo peor, y con resultados aun peores que los citados acompañantes, si confrontamos incremento del PIB, tasa de inflación, desempleo, déficit por cuenta corriente y déficit del sector público, no puede, por consiguiente, asignarse, por ejemplo, a las malas conductas del conjunto del sistema financiero mundial, y exponerlo, como hace el presidente Rodríguez Zapatero para encontrar una explicación favorable de lo que nos sucede.
Y he aquí que lo acaba de explicar maravillosamente bien en su espléndido discurso con motivo de su investidura como doctor "honoris causa" por la Universidad de Málaga, José Manuel González-Páramo. Sus palabras son toda una lección de lo que debimos haber hecho y no hicimos: "Algunos Gobiernos parecen no haber interiorizado las exigencias del euro para el desarrollo de su política económica, y han actuado como si las pérdidas de competitividad y la vulnerabilidad fiscal pudiesen enjugarse todavía mediante el tradicional recurso a la inflación y la devaluación. Pero éstas –inflación y devaluación– son las naves que, conscientemente, decidimos quemar con la creación del euro".
Y de ahí que para España la salida que queda la muestra con claridad el profesor González‑Páramo: España tendrá que adecuarse en el futuro, si quiere evitar una indefinida prolongación de la crisis, "a criterios de coordinación y disciplina efectivos, en un nuevo marco de supervisión recíproca, y de actuación preventiva disuasoria de las políticas nacionales que pongan en riesgo el interés común de los países miembros". Continuemos, pues, con lenidad fiscal y con rigideces estructurales, y la crisis aumentará sus golpes contra nosotros. Intentar soslayar esto, con el argumento de que la crisis internacional es la que nos golpea, y no nuestros errores, es algo que los españoles deben tener la sensatez de no compartir.