Cada andaluz debe a sus políticos locales unos 1.500 euros; los madrileños unos 2.400; los manchegos alrededor de 3.200; los valencianos 4.000; y los catalanes unos 5.000 euros.
Entre todos, debemos al Gobierno más de 14.000 euros por su deuda. Y muy probablemente estas cantidades sean bajas comparadas con la realidad. Parece que los políticos piden transparencia a la sociedad civil pero mienten sin pudor sobre sus números rojos.
Claro que siempre hay casos peores. Cada estadounidense debe 46.000 dólares al Gobierno Federal (unos 32.000 euros) y la cifra aumentará si llegan a algún acuerdo sobre el techo de gasto. Marcar techos para luego incumplirlos o renegociarlos no tiene ningún sentido. Es la ficción de Gobierno pequeño actuando como uno omnipotente. Esto mismo es lo que pretende hacer ahora también el Gobierno de Zapatero. Sin embargo, otros países como Italia y Francia estudian incorporar en la constitución tener un déficit cero. Probablemente no lo acaben cumpliendo pero al menos significa un cambio de mentalidad.
Se nos ha dicho desde siempre que los Gobiernos deben ahorrar en épocas de bonanza para gastar en épocas de crisis. Se ha visto que esto es imposible en cualquier país del mundo. La premisa inicial proviene de un fundamento keynesiano que nos dice que el Gobierno –siempre inteligente– puede suavizar los ciclos. Pocas teorías han hecho tanto daño a tanta gente.
El Gobierno tiene unos incentivos individuales y corporativos que no coinciden con el de los ciudadanos. Gastan lo que quieren, mienten y cuando van mal de dinero recortan privilegios a la sociedad y suben impuestos. Ellos mismos se quieren poner leyes de control de gasto y de reducción. ¿Alguien en su sano juicio cree que lo van a cumplir? ¿Quién controla a los que controlan? Nadie. Si Cataluña, por poner un ejemplo, se pasa de gasto y no quiere devolver el dinero al Gobierno central, ¿qué hará? ¿Demandará al presidente de la Generalitat? ¿Enviará los tanques a Barcelona? El Gobierno de Castilla-La Mancha ha mentido descaradamente sobre sus cuentas. ¿Cree que irá a la cárcel por ello o que responderá el antiguo Gobierno por el dinero que falta? Si hubiese sido una entidad privada sí que ocurriría, pero la ley no funciona igual para los políticos.
España, Italia, Francia y EEUU van errados en sus políticas de gasto. El Gobierno no es el salvador del Pueblo. Solo este último se puede ayudar a sí mismo. Ningún Gobierno ha de controlar la felicidad y el bienestar de nadie porque tal empresa acabará en fracaso. Los Gobiernos solo se han de financiar mediante impuestos y privatizaciones como mucho. El impuesto, que no deja de ser un robo al trabajo del ciudadano, es un herramienta clara y transparente para el Pueblo. Si un Gobierno no puede pagar sus promesas con lo que recauda para su compra de votos o su habitual clientelismo, simplemente ha de abstenerse de hacerlo. Porque, además, el Gobierno siempre incumple sus ofertas.
No necesitamos más hipotecas opacas que no hemos pedido y que no nos benefician. El Gobierno no es ninguna empresa privada. No ha de poder endeudarse jamás. De lo contrario aceptaremos que nuestras vidas dependan de sus ocultas y opacas acciones. El resultado de esto ha sido que dos millones de personas en este país no pueden comer cada día por ejemplo. El problema no es la deuda del Estado siquiera, sino un Gobierno omnipotente que pretende que dependamos de él para tener más poder, cuando tendría que ser él quien dependiese de nosotros.