Rajoy va a gobernar sobre un montón de ruinas. ¿Qué esperaba? No tiene madera de director, ni siquiera de jefe, si acaso de gestor. Y un gestor no vale nada si no tiene presupuesto que gestionar.
Estas son las consecuencias de no hacer oposición.
Rajoy va a gobernar sobre un montón de ruinas. ¿Qué esperaba? No tiene madera de director, ni siquiera de jefe, si acaso de gestor. Y un gestor no vale nada si no tiene presupuesto que gestionar.
Estas son las consecuencias de no hacer oposición.
Ya hace tiempo que somos ejemplo internacional de cómo no hay que gestionar el desarrollo turístico, en especial el costero, en el que horrores como el de Benidorm o el más reciente del Algarrobico de Almería, son ya clásicos del género.
Dentro de cinco minutos vamos a ser también ejemplo de cómo no hay que gestionar una crisis y de cómo un cretino puede cargarse un país en un par de legislaturas.
De la oposición mejor no hablar, porque el pobre Sr. Rajoy se ha creído que le basta con "su" sentido común. Olvidando que también hacen falta ciertos conocimientos de los que carece; precisamente de esos que proporciona la vida y no se encuentra en los libros de leyes. Los mismos que hubieran evitado que un trilero como ZP lo haya engañado todas las veces que se han reunido y que le hubieran impedido decir estupideces como que "En dos años podemos arreglar la economía" (entrevista en "El Mundo" 30-01-2011).
Además, pueden estar seguros de una cosa: cada vez que oigan a un político decir aquello de que su máxima prioridad será la creación de empleo, pueden estar seguros de que no tiene ni puta idea, ni sabe de qué está hablando. Fíense más bien -si es que encuentran alguno- del que les diga: "mi gobierno va a dejar de hacer memeces, de forma que permitiremos que los emprendedores puedan crear riqueza y empleo".