La eurozona se enfrenta mañana a su gran prueba de fuego para atajar la crisis de la deuda y salvar la credibilidad de la moneda única, pero a pocas horas de la cumbre de líderes aún no se vislumbra un plan claro para el segundo rescate a Grecia pese a las advertencias y las negociaciones contrarreloj.
El tiempo juega en contra de los jefes de Gobierno y de Estado de la zona euro, que incluso intentan comprar tiempo, como demuestra que el comienzo de la cumbre extraordinaria se haya retrasado una hora "para dar más tiempo a los negociadores", informa EFE.
Otra prueba de que aún no hay una solución concreta a la vista es que los número dos de Economía de los gobiernos de la eurozona se iban a reunir hoy a última hora de la tarde, pero finalmente se reunirán mañana cuatro horas antes del inicio de la cita clave.
En un último intento de apelar a la responsabilidad de los líderes de la eurozona el presidente de la Comisión Europea (CE), José Manuel Durao Barroso, advirtió este miércoles a los jefes de Gobierno y de Estado de que "nadie debe hacerse ilusiones: la situación es muy seria y requiere una respuesta", porque de lo contrario "las consecuencias negativas se sentirán en todos los rincones de Europa y más allá".
Barroso insistió en que "es hora de decidir", porque si los líderes fracasan mañana serán juzgados con "dureza" por la historia.
Menú de opciones
Una es la recompra de bonos griegos, vista con buenos ojos por el Banco Central Europeo (BCE). Esto podría hacerse mediante préstamos del fondo de rescate, dotado de 440.000 millones de euros- a Atenas, de forma que sea el propio Tesoro griego el que intervenga en el mercado, o permitiendo que sea el fondo el que compre las obligaciones (aunque esta opción requeriría un cambio legislativo).
La tasa bancaria sería una posibilidad para implicar al sector privado en el segundo rescate. Eso podría arrojar 30.000 millones de euros a lo largo de tres años y podría satisfacer las demandas de Alemania, Holanda y Finlandia de que los acreedores privados contribuyan de manera "sustancial" al nuevo plan de ayuda a Grecia, calculado en unos 110.000 millones de euros.
Y sobre todo evitaría probablemente que la participación de bancos, aseguradoras y fondos de pensiones desemboque en una calificación de impago parcial o total de la deuda griega, a lo que se oponen ferozmente el BCE y países como España.
Según el Financial Times, entre el listado de opciones que se ha preparado para la cumbre, el plan de las tasas, unido a un programa voluntario que lleve a los acreedores a reinvertir en la deuda griega una vez que venzan, fue hoy la única de las políticas que están bajo consideración que evitaría "probablemente" un impago.
Barroso recordó que los países miembros han prometido que harán todo lo que sea necesario para garantizar la estabilidad de la Eurozona y por eso "ahora es el momento de cumplir esa promesa". Pero el presidente del Ejecutivo comunitario también apeló a la "responsabilidad del BCE" en estas negociaciones.
En lo que fue interpretado como un mensaje dirigido a Alemania, dijo que los líderes deben decir mañana "lo que pueden hacer y lo que quieren hacer y no lo que no pueden hacer y no harán", insistió.
Todos los ojos están puestos sobre la canciller alemana, Ángela Merkel, que se enfrenta a grandes presiones, sobre todo desde que frenó durante días la convocatoria de la cumbre y rebajara las expectativas de la cita, al declarar que no debían esperarse pasos "espectaculares". Mientras, las negociaciones continúan en varias capitales. En Bruselas, Barroso se reunió este miércoles con el primer ministro griego, Yorgos Papandréu.
Pero los mercados y toda la Eurozona miran sobre todo con grandes expectativas hacia Berlín, donde Merkel y el presidente francés, Nicolas Sarkozy, tratan de allanar el camino hacia un acuerdo.