Puede que el razonamiento sea correcto y que verdaderamente sean los tomadores de la deuda griega los que deben de sufrir en sus carnes la quiebra de esta nación. Pero no hay que olvidarse que son precisamente los bancos alemanes los que más deuda griega han comprado, entre todos los europeos y que probablemente, lo que quiere evitar Merkel, se lo encuentre dentro de sus fronteras por otro camino. Sea como sea, lo que hay es que poner el cascabel al gato. No se puede tener una moneda común y tener, todos los parámetros de formación del precio al capricho de cada país de la Unión. Para mantener la moneda en común, tiene que haber una fiscalidad común y unas condiciones laborales, sino iguales (se podría buscar una fórmula ligada a la productividad) paralelas. Los bancos centrales de los países tienen que ser meros instrumentos del banco Central Europeo, encaminados únicamente a seguir los pasos del desarrollo financiero de su país y del comportamiento de la banca y demás entidades. Los ministros de hacienda supeditados al ministro de hacienda de la Unión. Los gobiernos deben de distribuir los impuestos bajo la rotundidad de sus presupuestos y sus desviaciones deben de estar reguladas, bajo penas judiciales, para los responsables. Los fondos de solidaridad deben de organizarse en función de los presupuestos, pero a priori, no cuando el país ha caído en una quiebra...
¿Y no sería mejor que Grecia vendiera hasta el Partenón, si hace falta?
Las quitas sólo traerán más corrupción y nuevas quitas en el futuro.