José, para cambalache, el, en su momento, de Aznar -con ser Aznar- y Pujol. Cambalache que, en sus efectos deletéreos, aun no ha sido superado por ningún otro de los sucesivos. Más que a los dirigentes máximos de los partidos, yo atribuyo las espurias concesiones a las pretensiones de los partidos bisagra, usualmente de limitada implantación periférica, a la jauría de sus adláteres que ansían -y, en casos, precisan para llevar el condumio a casa- "pisar moqueta", a la que, envolviéndolos en su quehacer cotidiano, no son capaces de resistirla. Por un resquicio, podemos vislumbrar cierta esperanza en que alguna de las "bisagras" haga uso de su poder decisorio para contrarrestar el de las usuales. Tal vez, las cosas, en su estado actual, no tengan arreglo. Si así fuera, pienso yo que ciertas fuerzas, que esporádicamente nos muestra la Historia, ahora silentes, harán su aparición en algún momento para, cambiando el estado, resolver la situación a su modo. Se correría el peligro, avalado por mil casos, de que el remedio sea peor que la enfermedad. Pero, si la enfermedad es terminal...
Con aprecio.
Genial artículo. Todo muy claro y con sentido del humor.
Buen artículo.
¿Y si llegan al gobierno y se ponen a hacer las cosas con seriedad y arreglan la papeleta? ¿No será cruel levantar económicamente a España para volver a dejarla en manos de psicópatas derrochones? Hay que añadir un apéndice al análisis de los ciclos económicos para incluir las peculiaridades hispánicas.
cuando el Titanic se hundía había una orquestina interpretando melodías de Lehar en la cubierta para disimular la gravedad del momento...
Ahora parece que se hunde un barco ajeno en el que nada tenemos que ver...