Puede que la eurozona esté afrontando estos días sus momentos más difíciles. Tras más de un año y medio desde que comenzó la crisis griega, la tensión en los mercados de deuda se recrudece. Italia y España están en el punto de mira de todos los inversores y las primas de riesgo de ambos países continúan en una escalada ascendente que parece no tener fin. El problema es que todos los países saben que no sería posible rescatar a Roma y Madrid igual que se hizo con el resto de los países periféricos. Alemania, Francia, Holanda y el resto de los países de la eurozona no tienen músculo suficiente como para respaldar las obligaciones hispanas e italiana.
Es muy difícil saber qué ocurrirá a partir de ahora, pero la incertidumbre rodea todo lo referido a la Cumbre de este lunes en Bruselas. El presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, asegura que es una reunión de "coordinación y de preparación" y que no es excepcional ni se ha convocado con carácter de urgencia. Sin embargo, según avanza la mañana y los mercados se desploman, estas palabras van perdiendo fuerza. Lo único claro es que de la capital belga tendrá que salir un acuerdo que tranquilice a los inversores. Si no lo consiguen, los resultados pueden acabar con el proyecto económico más ambicioso de la historia de la UE.
La primera reunión
En primer lugar, Van Rompuy ha convocado para las 12.00 hora española un almuerzo de trabajo de "coordinación y de preparación" con el resto de los líderes de las instituciones comunitarias. Al mismo asistirán José Manuel Durao Barroso (presidente de la Comisión Europea), Jean-Claude Trichet (presidente del Banco Central Europeo) y Jean-Claude Juncker (presidente del Eurogrupo) y Olli Rehn (comisario europeo de Asuntos Económicos). Según aseguraron a EFE fuentes del Consejo, también habrá un representante del consejo del Tesoro de Italia, aunque el Consejo Europeo niega que se trate de una reunión de crisis.
El portavoz de Van Rompuy, Dirk De Backer y otra fuente comunitaria insistieron en declaraciones a EFE en que "no se trata de una reunión de emergencia" ni tampoco tiene "nada que ver" con la situación de Italia, expuesta en la última semana a grandes presiones de los mercados.
Van Rompuy y Barroso se reúnen todos los lunes, recordaron otras fuentes, y en esta ocasión la invitación ha sido "extendida a otros actores", como se ha hecho en ocasiones anteriores. El hecho de que esté presente un miembro del Tesoro italiano es meramente una "coincidencia", enfatizaron. Pero la falta de avances, consenso y claridad sobre el segundo rescate a Grecia, las dudas de los mercados financieros sobre los problemas de Portugal e Irlanda se han extendido en los últimos días a Italia y los efectos colaterales también afectan a España.
La segunda reunión
Tras este encuentro, por la tarde, llegará el turno del Eurogrupo, que reúne a los ministros de Economía y Finanzas de la zona euro. Se supone que será de este encuentro del que salga una solución para la situación griega, que ayude a clarificar las cosas ante los mercados y calme la tensión vivida en las últimas jornadas. Los gobiernos de la UE tendrán que decidir cómo se gestionará la cada vez más inevitable quiebra griega y cuál será la participación de los acreedores privados en este proceso.
Desde que a comienzos de 2010 aparecieran las primeras noticias sobre la crisis griega, sus socios de la eurozona se han empeñado en asegurar que no dejarían caer a Atenas. La versión oficial era que con los sucesivos rescates que se acordaban sería suficiente para sostener sus finanzas. A cambio de este dinero, el Gobierno heleno se comprometía a hacer reformas (básicamente recortes de gasto público y subidas de impuestos). Sin embargo, en las últimas semanas cada vez son más numerosas las voces que aceptan que nada de esto será suficiente: Grecia quebrará y, por lo tanto, aquellos que tengan bonos helenos no cobrarán todo lo que se les prometió.
El problema es que aceptar este hecho está teniendo profundas implicaciones en la situación de sus vecinos del sur de Europa, especialmente España e Italia. Una vez que se ha abierto la puerta a un default, los inversores se preguntan si Madrid y Roma no podrán seguir el mismo camino. Y claro, el miedo a que los bonos españoles e italianos entren también en el camino del impago ha desatado el pánico en los mercados: la prima de riesgo de ambos países se ha disparado más de 40 puntos a lo largo de la jornada.
Las opciones
Los políticos de la eurozona son completamente contrarios a cualquier solución que suene a bancarrota. Por eso, el plan inicial era un acuerdo con los bancos acreedores de Grecia para que aceptasen una reestructuración de la deuda griega, básicamente mediante la ampliación del período de vencimiento. Esto se vendería como la participación "voluntaria" del sector privado en el rescate griego, aunque ese término no deja de ser una triste ironía. Los cálculos son que Atenas necesitará 110.000 millones más del resto de países, de los que unos 30.000 millones tendrían que ser asumidos por el sector financiero.
Otra opción es emitir nuevos bonos que sustituyan a los antiguos, obligando (o casi) a los actuales tenedores a comprarlos; lo que también podría interpretarse como una quiebra encubierta). Pero la pregunta sigue siendo la misma, ¿podrá en algún momento Grecia pagar estas cantidades? Por muy importantes que hayan sido las medidas de ajuste aprobadas por el Parlamento heleno, hay cada vez más analistas que dudan de que esta posibilidad sea real.
Para Italia y España el problema es que son los siguientes en la lista. Conseguir financiación tras la quiebra griega será mucho más difícil que ahora. Sólo podrán lograrlo con planes de ajuste más contundentes, que hagan pensar a los inversores en un compromiso real de cuadrar sus cuentas. Pero esto tendría un coste político que quizás sus líderes no estarían dispuestos a asumir. En mayo de 2010, tras una cumbre de urgencia en Bruselas muy similar a la de este lunes, Zapatero anunció el famoso tijeretazo, con el que pretendía calmar a los mercados de deuda. ¿Habrá esta semana un nuevo anuncio? ¿Se adelantarán las elecciones para no tener que asumir el coste de las impopulares medidas que pedirán alemanes y franceses? Todas las posibilidades están abiertas.