Alfredo Pérez Rubalcaba lanzó la primera andanada el pasado sábado y Valeriano Gómez recogió el guante apenas unas horas después. El candidato socialista se preguntaba quien era más responsable, si el que otorgaba la hipoteca o el que la pedía y se cuestionaba si las entidades podían cobrar estos préstamos "a costa de la gente". Mientras, el ministro de Trabajo respondía a la noticia sobre los salarios que cobrarán los directivos de Bankia (más de 10 millones de euros entre los cuatro principales ejecutivos) anunciando una subida de impuestos muy peculiar: se aplicaría una tasa especial sólo a los responsables del sector financiero con una nómina.
Lo cierto es que el Gobierno parece dispuesto a satisfacer a la parte más izquierdista de su electorado con ataques a la banca. Ya se ha aprobado un incremento del mínimo en el valor de adjudicación de los pisos embargados, desde el 50% que estaba vigente hasta el 60%. Ahora, parecen ser los sueldos de los banqueros los que están en el punto de mira. Es un clásico desde que empezó la crisis: se culpa a los bonus de los banqueros de haberles llevado a tomar demasiados riesgos o se tacha de "inmorales" algunos complementos retributivos. De aquí a las elecciones, éste podría ser uno de los objetivos preferidos de los ataques de un Gobierno que, por otro lado, se ha reunido en varias ocasiones con la cúpula de la banca y les ha otorgado ayudas vedadas a otros sectores. Es decir, se traza con brocha gorda un titular llamativo sobre un salario, mientras con la otra mano se entrega dinero del contribuyente para ayudar a las entidades en apuros.
Dos millones de euros
Lo primero que llama la atención es la baja cuantía de la medida. Según han declarado este mismo martes desde Gestha (la asociación de los inspectores de Hacienda), sólo 100 contribuyentes declararon el año pasado unos ingresos superiores al millón de euros. Por lo tanto, incluso aunque se aprobase esta tasa especial a todos los sectores y no sólo al bancario (algo que no quedaba claro en las palabras de Gómez, que iban dirigidas especialmente contra los ejecutivos del sector financiero), no se recaudaría más allá de un par de millones de euros según sus cálculos. Esto es algo así como el 0,003% del déficit del Estado del año pasado (unos 53.000 millones). De hecho, cuando en verano se comentó la posibilidad (luego cumplida sólo a medias) de subir el tramo más alto del IRPF hasta el 47%, se calculó que el impacto que la medida tendría en la recaudación sería mínimo, y eso que aquello afectaría a muchos más contribuyentes.
Además, las palabras de Gómez y de Rubalcaba lanzan la pregunta de por qué esa fijación con la banca. Muchos otros ejecutivos de otros sectores (y cantantes, futbolistas o periodistas) ganan cantidades similares sin que nadie se eche las manos a la cabeza continuamente. De hecho, parece hasta discriminatoria la obsesión gubernamental con el sector financiero.
Por otro lado, las medidas contra la banca han estado más en los titulares que en el BOE. Desde hace un par de años, es extraña la semana en la que no se leen declaraciones de miembros del Gobierno, de los partidos de izquierda o de los sindicatos reclamando mano dura con el sector financiero. Sin embargo, al final, prácticamente sólo se ha aprobado ese pequeño aumento del valor mínimo de adjudicación (lo que por otro lado, hará mucho más difícil conseguir una hipoteca a partir de ahora). De esta manera, parece clara la política del Ejecutivo: primero atacar a la banca; luego suplicar que den más créditos a los españoles; a continuación rescatar a las entidades en problemas con dinero del contribuyente; y luego volver a atacar al sector financiero.