Poco a poco se van cumpliendo los trámites estipulados para poner en marcha el segundo rescate griego. Tras la luz verde del Parlamento heleno al nuevo plan de ajuste exigido por Bruselas y el Fondo Monetario Internacional (FMI), la eurozona aceptó este fin de semana desbloquear el quinto tramo de ayuda a Grecia (unos 12.000 millones de euros), perteneciente al primer plan de rescate, para evitar la quiebra inminente del país.
En estos momentos, la UE negocia con la banca el modo en que los acreedores participarán en el segundo rescate de Grecia. Sin embargo, las agencias de rating han advertido de que cualquier cambio sustancial en las condiciones de pago para los tenedores de bonos será considerado como un default (suspensión de pagos). En tal caso la pelota se situará entonces sobre el tejado del Banco Central Europeo (BCE). Y es que, la degradación de los bonos helenos hasta el nivel de "impago" imposibilitaría, en teoría, la aceptación de dicha deuda por parte del BCE como colateral (garantía) para seguir prestando dinero a la banca helena.
Sin embargo, según los analistas, al BCE no le quedará más remedio que seguir aceptando los bonos griegos en su balance. El banco central "no puede negar la liquidez a los grandes bancos griegos", según Dimitris Drakopoulos, economista de Nomura. "Esta discusión es una pérdida de tiempo. El BCE dará finalmente marcha atrás. ¿Qué pueden hacer?", añade.
"Dudamos que el BCE deje de aceptar los bonos del Gobierno griego como garantía" en caso de que el plan acordado para que los acreedores privados participen en el rescate implique una rebaja del rating de Grecia al nivel de default o default selectivo, tal y como ha advertido Standard & Poor´s, indica Philip Gisdakis, analista de Unicredit.
"Un colapso del sistema bancario griego, inevitable si el BCE no aceptara los bonos helenos como colateral, provocaría muy probablemente una corrida bancaria que podría obligar a Grecia a salir de la zona euro y podría, a su vez, desencadenar una corrida bancaria en otros países de la periferia", según Gisdakis.
Es decir, al BCE no le quedará más remedio que seguir aceptando la deuda pública helena, aunque la calidad de ésta sea degradada a nivel de impago, mucho más allá del bono basura que hoy por hoy ostenta Grecia. De este modo, el banco central tendrá que violar nuevamente sus reglas básicas de funcionamiento, lo cual no es nuevo. Ya en 2010, el BCE incumplió sus estatutos tras empezar a comprar directamente bonos de los países problemáticos, una medida sin precedentes que fue interpretada como un suicidio por parte de la prensa germana y que levantó duras críticas entre los miembros alemanes de la institución monetaria, por entonces liderados por Axel Weber, expresidente del Bundesbank.
Colapso bancario
Asimismo, el BCE decidió igualmente suspender la normativa hasta entonces vigente en cuanto a la aceptación de bonos de determinada calidad como colateral. Desde entonces, el organismo admite colateral para prestar dinero a los bancos comerciales los bonos griegos, al margen de la calificación crediticia que tengan. Los colaterales son los títulos de deuda que los bancos de la zona euro entregan al BCE a cambio de préstamos. En concreto, el BCE anunció en abril de 2010 que continuaría aceptando activos con una calificación crediticia mínima de BBB- hasta finales de 2010, cuando antes de la crisis sólo aceptaba títulos con rating de A- o superior.
Los bonos del país heleno perdieron hace tiempo el estatus de "inversión" para ser calificados como bonos basura. Pese a ello, el BCE los ha seguido aceptando, una medida extraordinaria que también carece de precedentes desde la creación del euro. El debate ahora estriba en si la entidad los seguirá aceptando en caso de que su rating baje al nivel mínimo, el de impago.
Todo apunta a que el BCE tendrá que dar, nuevamente, su brazo a torcer para que el segundo rescate griego siga su curso. Aun así, la entidad está presionando a las agencias de rating para que no califiquen como default la participación de los acreedores privados.
Por el momento, el BCE ya ha anunciado que continuará aceptando deuda soberana de Grecia como garantía en sus operaciones de adjudicación de liquidez a las entidades financieras mientras los bonos del país heleno no reciban la calificación de 'impago' de las tres principales agencias de 'rating', según informa el diario Financial Times, que cita a un alto funcionario de la institución.
La decisión del instituto emisor europeo se fundamenta en el principio de utilizar el mejor 'rating' disponible por parte de Standard & Poor's, Moody's y Fitch, explicó el funcionario, después de que este lunes S&P advirtiera de que el plan de refinanciación de la deuda griega propuesto por Francia equivale a un 'impago selectivo'.
Aparte de S&P, la agencia de calificación Fitch ya ha indicado que probablemente calificaría una refinanciación (rollover) como un impago, mientras la agencia Moody's aún no se ha pronunciado al respecto. De este modo, mientras al menos una de las tres grandes agencias no rebaje su nota sobre la deuda griega hasta la categoría de 'default' el BCE podría continuar financiando a la banca del país heleno, una cuestión sobre la que la institución emisora europea declinó realizar comentarios. Pero, aún llegado el caso, lo más probable es que el BCE no tenga más remedio que seguir aceptando los bonos impagados de Grecia, según los analistas.
El apoyo continuado por parte del BCE resulta vital para Atenas, puesto que los bancos griegos dependen casi totalmente de la financiación procedente de la entidad presidida por Jean Claude Trichet. Una postura más estricta por parte del BCE supondría el colapso del sistema bancario heleno, y la consiguiente quiebra del país pese a los esfuerzos realizados hasta el momento para aprobar el segundo rescate.