El segundo rescate a Grecia y la decisiva votación del martes, cuando el parlamento heleno decidirá si aprueba o no el plan de ajuste que le permitirá recibir nuevos créditos, siguen siendo el tema que más copa la atención de los medios alemanes. Pero al tiempo que los analistas recogen los temores a una quiebra del país o a la agudización de la crisis de deuda en otras zonas, se extiende un creciente enfado entre la población germana, que comienza a cansarse de pagar la factura de rescates de países que no cumplieron con sus compromisos de gasto.
Una encuesta del Frankfurter Allgemeine Zeitung, publicada este domingo, es elocuente: sólo el 45% de los encuestados está a favor de un nuevo rescate. Señala el diario que el hartazgo y el euroescepticismo abarca a "ricos y pobres" y a "izquierda a derecha", y que la cifra está incrementándose: en mayo, el 58 por ciento estaban a favor. Más contundente es el porcentaje de alemanes que se están cansando de la moneda única: un 71% de los encuestados declaran haber perdido la confianza en el euro.
A los políticos les cuesta cada vez más, dice el diario, explicar los beneficios del desembolso que supondría un nuevo rescate a Grecia. Cuenta el FAZ que un político de la CDU ha recibido preguntas en su correo electrónico tales como "¿Cómo es que los griegos necesitan aún más millones?" o "¿A dónde ha ido a parar el rescate del año pasado?" Muchos alemananes, cuentan, tienen la sensación de que los millones "simplemente se esfuman" y se preguntan "para qué tienen que ayudar".
Mientras desde la CDU se enfatiza en los esfuerzos que se están haciendo para que el capital privado empiece a participar de los rescates, en el SPD constatan que "casi nadie" está a favor de un nuevo rescate y que el euroescepticismo está presente a casi todos los niveles. Apuntan que es misión de los políticos aclarar y explicar por qué deben participar pero reconocen que "no es fácil".
La opinión pública, constata el FAZ, está cada vez más en contra de mayores desembolsos y pone el ejemplo de la pregunta que se le hizo a un conferenciante que hablaba sobre la necesidad de salvar la economía griega: "¿Cómo es que tenemos la impresión de que el rescate de países extranjeros siempre es más importante que nuestro propio país?" Y no favorece a esta situación la reticencia de la población helena y de los propios políticos a someterse a mayores ajustes mientras solicitan más dinero a la UE. "Cada vez menos ciudadanos aceptan esa contradicción", dice el diario.
El problema de Grecia podría estar, pues, tanto en la complicadísima votación del próximo martes como en las reticencias que la situación está provocando en el país que abonará la mayor parte de la factura del rescate, junto a Francia. En el horizonte está, además, la fecha del 5 de julio, cuando el Constitucional germano dictamine si fue legal o no la participación alemana en el primer rescate a Grecia.