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Políticos y economistas ya barajan la salida de Grecia del euro

Roubini, Mauldin y altos funcionarios europeos advierten sobre los catastróficos efectos de la salida de Atenas de la moneda única.

Se agota el tiempo. Grecia carece de liquidez para poder afrontar el pago de la deuda y los intereses que le vencen entre julio y agosto. Sin embargo, el último mensaje de la UE es muy claro: Atenas no recibirá ni un euro más hasta que acepte las nuevas condiciones de austeridad y las reformas estructurales que exigen los socios comunitarios y el Fondo Monetario Internacional (FMI).

Los ministros de Economía de la eurozona no lograron un acuerdo el lunes para desbloquear el quinto tramo del rescate acordado el pasado año (12.000 millones), imprescindible para evitar la quiebra de Grecia en las próximas semanas. De hecho, es muy probable que Bruselas tenga que aumentar esta ayuda, ya que Atenas debe afrontar vencimientos de deuda por valor de 18.000 millones de euros hasta agosto.

Bruselas ha aplazado, por el momento, esta decisión hasta la próxima reunión del Ecofin (ministros de Finanzas de la zona euro), prevista para el 3 de julio, a la espera de que el Parlamento heleno apruebe las nuevas medidas de austeridad y el plan de privatización de activos estatales. Además, según el comunicado oficial del Ecofin, el segundo rescate griego implicará en todo caso la participación "voluntaria" de los acreedores privados para permitir una "reducción sustancial" de las necesidades financieras de Grecia en los próximos años. Pese a ello, las agencias de calificación insisten, una y otra vez, en que esa participación "voluntaria" será interpretada en todo caso como una suspensión de pagos (default) por los mercados.

De este modo, Atenas se debate en estos momentos entre la quiebra "selectiva" dentro de la zona euro o bien una suspensión de pagos pura y dura que, muy probablemente, implicaría su salida de la moneda única, tal y como avanzó Libre Mercado. Todo depende de lo que decida Grecia. En este sentido, Atenas deberá superar dos pruebas de fuego antes del 3 de julio: por un lado, el voto de confianza al que se someterá el nuevo gabinete del socialista Yorgos Papandréu esta misma noche; y, por otro, el apoyo parlamentario para aprobar las nuevas medidas de ajuste.

La cuestión es que la debilidad política del Gobierno y las persistentes dudas sobre la solvencia de Grecia a medio plazo -pese a la citada reestructuración- están provocando que comience a barajarse seriamente una opción hasta ahora impensable: la salida del euro de Grecia. Algunos destacados economistas y políticos empiezan a alertar sobre esta posibilidad.

Economistas

El afamado profesor de la Universidad de Nueva York Nouriel Roubini estima ya en un 30% la posibilidad de que la zona euro sufra algún tipo de ruptura en un horizonte máximo de cinco años. "Está claro que la pesada carga de deuda pública y privada en algunos países de la periferia (Grecia, Irlanda y Portugal) es tan grande que una reestructuración será inevitable. Esto exacerbará los conflictos entre el centro (ahorradores) y le periferia (deudores)" de la Unión Monetaria.

Y, "si bien la reestructuración ordenada puede por lo menos resolver el problema de la deuda excesiva en algunas economías en quiebra, la restauración de la convergencia económica exigirá incrementar la competitividad. Sin ella, parte de la periferia se estancará o incluso se contraerá durante los próximos años y, finalmente, optarán por salir de la Unión Monetaria para regresar a sus monedas nacionales", advierte Roubini.

Si los países más débiles, en referencia a los PIIGS, no logran reducir de forma sustancial los costes laborales (salarios), si la deflación (devaluación interna) no es factible y si tardan demasiado tiempo en recuperar la competitividad y el crecimiento, tan sólo quedará una salida: "Salir de la Unión, volver a las monedas nacionales y lograr de esta manera una depreciación masiva en términos nominales y reales". Estos escenarios, "hoy inconcebibles, no serán tan descabellados dentro de cinco años", añade.

El prestigioso inversor John Mauldin coincide, en gran medida, con este diagnóstico y, de hecho, estima que tal posibilidad podría acontecer mucho antes. "Creo que Nouriel es optimista, lo cual me pone nervioso porque se supone que es el Doctor Doom (Doctor Muerte, por sus pesimistas predicciones). No me gusta ser más pesimista que él, pero yo no veo esos cinco años".

Según Mauldin, "Europa debería emplear el dinero que está dando a Grecia (ya que de todos modos va a suspender pagos) y rescatar a su sistema financiero directamente". Y añade: "Grecia debe solventar sus propios problemas. Si quiere quedarse en el euro, está bien, pero deben saber que no van a ser rescatados" indefinidamente.

Políticos

Lo que más llama la atención, sin embargo, son las recientes declaraciones de algunas destacadas autoridades políticas. Y es que, lo que hasta hace poco se negaba por activa y por pasiva hoy empieza a ser factible: si Grecia no cumple las condiciones saldrá del euro.

En un discurso celebrado el pasado fin de semana de cara al voto de confianza que afronta este martes su Gobierno, el primer ministro heleno, Yorgos Papandréu, advertía lo siguiente:

"Tenemos tres opciones. En primer lugar, la quiebra; en segundo lugar, abandonar el euro; y en tercer lugar ayudar a los mecanismos de apoyo que hemos creado... Las consecuencias de una quiebra violenta o de la salida del euro serían catastróficas de forma inmediata para los hogares, los bancos y la credibilidad del país".

"He solicitado la renovación de la confianza en el Gobierno porque el país está en una situación crítica. También busco la unidad nacional sobre la base de ciertos supuestos: la deuda y el déficit son un problema nacional y plantean una cuestión de tutela. Una dependencia que, ciertamente, nos protege de la bancarrota". Sin embargo, "tenemos que entender que el futuro de la nación depende de nosotros", señaló Papandreu.

Aunque el jefe del Eurogrupo, Jean-Claude Juncker, tildó esta posibilidad de "absurda", debido a sus "inimaginables" consecuencias para el futuro de la Unión, la clave es si este escenario es o no factible. En este sentido, otros altos funcionarios empiezan a barajar esta opción, Es el caso, por ejemplo, del ministro de Finazas belga, Didier Reynders, que el pasado lunes señaló que la salida del euro sería una "catástrofe" no sólo para Grecia sino para el conjunto de la eurozona. Además, avisó de que la quiebra de Atenas provocará una crisis similar a la que causó la caída del banco estadounidense Lehman Brothers en 2008.

El ministro pidió a las fuerzas políticas griegas que sigan el ejemplo de Portugal y respalden en el Parlamento el plan de ajuste pactado con la UE y el Fondo Monetario Internacional (FMI). Sólo así se desbloqueará la ayuda de emergencia de 12.000 millones de euros para evitar la quiebra de Atenas en verano.

"El quinto tramo del rescate de 110.000 millones está bloqueado hasta mediados de julio. Los 12.000 millones se pagarán a mediados de julio si se cumplen las condiciones, si se respalda el plan (de ajuste). Y vamos a relanzar un segundo plan para el futuro, probablemente de 80.000 millones de euros", explicó Reynders. Pero el problema sigue siendo el mismo: sin ajuste adicional no habrá dinero.

El ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schäuble, volvió a insistir en que "Grecia debe cumplir las condiciones necesarias para el pago del próximo tramo de los préstamos", al igual que hizo recientemente el presidente del Bundesbank, Jens Weidmann: "Si Atenas no cumple, es su responsabilidad".

Por su parte, el ministro holandés de Finanzas, Jan Kees de Jager, indicó que "para salir de la crisis lo más importante son más medidas de austeridad, más reformas económicas y que Grecia aplique todas esas medidas. Entonces estaremos ahí, si el sector privado también participa", añadió.

La tragedia griega

¿Pero está Grecia dispuesta a aceptar estas condiciones?. El Gobierno de Papandréu cuenta con una mayoría parlamentaria muy ajustada para aprobar el paquete de austeridad. Además, la oposición rechaza tales medidas y exige renegociar a la baja las condiciones del rescate, así como convocar nuevas elecciones generales. Y todo esto en medio de un creciente ambiente de protestas y huelgas en la calle en contra de las exigencias de la troika. En definitiva, un cóctel explosivo.

Los indignados helenos llevan varias semanas en las inmediaciones del Parlamento, en Atenas, protestando contra las medidas de austeridad. Desde luego, la historia del país no llama al optimismo. Según un estudio realizado por los economistas Carmen Reinhart y Kenneth Rogoff, el Estado griego ha estado en una situación de impago prácticamente cada dos años desde que se fundó en la década de 1820. Ahora, tras acumular la segunda mayor deuda pública del mundo, parece abocada al mismo destino.

El debate de los indignados está causando furor en el país. Yannis Varoufakis, profesor de economía en la Universidad de Atenas, que, según informa en To Vima Pantelis Kapsis, uno de los editorialistas más influyentes del país, ha enviado una carta al primer ministro Yorgos Papandréu. El profesor invita a Papandreu a que baje a la plaza para "anunciar a los manifestantes que ha llegado la hora de levantar la cabeza y enfrentarse a la realidad: no recibiremos ni un céntimo más de Europa si no aplicamos las medidas que impone".

Pero, en opinión de Kapsis, aunque el primer ministro lograra convencer a sus conciudadanos de la pertinencia de las medidas de austeridad y las privatizaciones masivas requeridas, "de todos modos, el país quebrará, porque será imposible obtener un nuevo préstamo y pagar nuestra deuda". "El profesor Varoufakis no está loco", prosigue el editorialista. "Sabe también que Europa no desea la quiebra griega, de ahí la necesidad de reabrir el debate sobre los eurobonos [títulos de deuda europeos]. Pero sabemos que algunos quieren apartar a Grecia del euro. La reestructuración tan sólo es un alivio momentáneo. Es como amenazar con suicidarnos... queda por saber si sucederá".

Londres piensa que el euro no durará

Por el momento, Gran Bretaña ya se ha posicionado claramente, y no prestará ni un solo céntimo al segundo rescate de Atenas. "De ningún modo creo que deberíamos contribuir a ese nuevo rescate, y lucharé con todas mis fuerzas para defender esa posición en el Consejo Europeo de esta semana", dijo el primer ministro, David Cameron, en un discurso pronunciado anoche.

Pero algunos van más allá. El ex ministro laborista de Asuntos Exteriores, Jack Straw, advirtió en la Cámara de los Comunes de que el euro "no puede durar" e instó al Gobierno británico a que preparen "alternativas" a la moneda única. El Gobierno británico, dijo el político laborista, debe reconocer el "cambio de humor" en Europa, donde gente que era antes eurófila piensa ya en la "posibilidad del final del euro tal y como lo conocemos".

"Si el euro bajo su forma actual va a morir, ¿no sería mejor que todo ocurriera rápidamente en lugar de tener que asistir a una muerta lenta?", se preguntó Straw. Algunos altos funcionarios admiten que el Gobierno británico está elaborando planes de contingencia para afrontar una bancarrota griega fuera del euro.

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