Francisco Álvarez Cascos está dispuesto a defender a rajatabla los principios con los que hizo campaña. Incluso si se enfrentan al consenso dominante en las medidas contra la crisis, como es el caso de la reforma de las cajas de ahorro.
No quiere ni que Cajastur deje de estar en manos públicas ni que su sede se traslade a Madrid. Y por eso se ha dirigido a los administradores de la entidad financiera en términos muy duros, reprochándoles que adoptaran acuerdos en ese sentido sin esperar a la conformación del nuevo Gobierno en el Principado.
"Me dirijo a Vd. para expresarle la alarma que nos producen en FORO ASTURIAS las noticias acerca del contenido de las decisiones que el Consejo de Administración de Cajastur adoptó el pasado día 24 de mayo [...]". Así comienza la carta remitida por Francisco Álvarez Cascos a los consejeros generales de Cajastur el pasado día 17.
La misiva, a la que ha tenido acceso Libertad Digital, aboga por convertir la caja asturiana en una fundación para salvar, al menos en parte, un proceso que en otro punto del texto se califica como la "muy discutible y menos justificable despolitización de las cajas de ahorro".
La postura de Cascos contra la reforma financiera, uno de los escasos puntos de consenso entre PSOE y PP para afrontar la crisis, es perfectamente conocida por la mayoría de asturianos que decidió votarle. El líder de Foro Asturias tuvo ocasión de exponerla en entrevistas como la que le hizo César Vidal en LDTV y en alguno de sus mítines de campaña, donde llegó a mostrar orgulloso su cartilla de ahorros de Cajastur.
Pero al margen de la postura de fondo, el hombre que aspira a presidir el Principado le reprocha a la entidad una cuestión de formas, principalmente por haber abordado el futuro de la entidad financiera después de las elecciones. "En los últimos años, Cajastur nunca había celebrado una Asamblea General en el mes de junio", les recuerda a los consejeros.
Cascos, haciendo uso de una retórica que incluso podría equipararse a la de los indignados que ayer se manifestaban por las calles de España, dibuja con este dramatismo la situación de Cajastur: "Estamos ante un moderno expolio tan inadmisible como dañino para la economía del Principado y para la economía de España que, como tantas cosas que están sucediendo, no nos merecemos, contra las que vale la pena enfrentarse cívica y democráticamente".
Para evitar la, a su juicio, grave situación, el ex vicepresidente del Gobierno de España propone la transformación de Cajastur en Fundación pública, algo que permite la regulación de las cajas. Con ello, se vanagloria Cascos, la propiedad de los títulos representativos del nuevo Effibank S.A. (el SIP fruto de la fusión de Cajastur con las cajas de Cantabria y Extremadura) permanecería en manos públicas incluso más que antes. Y es que, recuerda el líder de Foro Asturias, el control de la entidad se haría "a través del patronato de la fundación, un órgano representativo más adecuado para ello que el actual esquema de asamblea general, consejo de administración y comisión de control en el que se diluye y dispersa dicha función".
El tiempo corre en contra de las intenciones de Foro Asturias, que en buena medida puede compartir IU. La semana que viene, el miércoles 29, se celebrará una asamblea General Extraordinaria de Cajastur, en la que previsiblemente se dará la luz verde definitiva a la segregación de la entidad lo que supondría, y es algo que también preocupa a Cascos, el traslado de su sede central a Madrid.
Además, muchos consideran, tal y como informa hoy La Voz de Asturias, que su propuesta es inviable y supondría una penalización millonaria para Cajastur. Tanto la entidad asturiana como la cántabra y la extrema que conforman el SIP han aprobado su contrato de integración, si bien falta la ratificación de sus respectivas asambleas generales.
A la espera de lo que se decida la semana que viene, lo cierto es que la andanada de Cascos contra la transformación de Cajastur no allana el camino de sus ya de por sí complicadas relaciones con el PP, su antiguo partido y en principio aliado natural para hacerse con la presidencia del Principado.
Lo cierto es que, al margen de los recelos que su figura sigue despertando en las filas populares, su firmeza en cuestiones como la del rediseño del sector financiero público suponen algo más que una leve discrepancia. Máxime para un partido que, encuestas en mano, contempla gobernar España, uno de los países en el punto de mira de las instituciones financieras internacionales y de la UE, que le han venido dictando las reformas estructurales clave para evitar males mayores en el terreno económico.