La canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, Nicolas Sarkozy, expresaron este viernes su deseo de que los acreedores privados participen "de manera voluntaria" en un segundo rescate de Grecia.
Ambos señalaron que se espera que el nuevo programa de ayudas para Atenas se apruebe lo antes posible, una vez que la tríada comunitaria de la UE presente las conclusiones de su análisis sobre la situación de Grecia y siempre en consonancia con el Banco Central Europeo (BCE).
Sin embargo, el presidente del Banco Central Europeo (BCE), Jean Claude Trichet, ha vuelto a reiterar que "no es aconsejable" adoptar cualquier tipo de medida respecto a la ayuda a Grecia que incluya un incumplimiento de sus obligaciones ('credit event') o un 'default selectivo', es decir, una reestructuración suave como la que solicitan ahora Alemania y Francia.
"Estamos diciéndoles muy claramente (a los políticos) que deberían evitar cualquier coacción, incumplimiento de las obligaciones, 'default selectivo' o 'default'. Nuestra posición es clara", insistió Trichet en una entrevista concedida a The Times.
En este sentido, el presidente del BCE remarcó que la posición del BCE sobre este asunto es "pública" y recalcó que tampoco es "aconsejable" incluir la participación del sector privado en el programa de ayuda a Grecia "de forma obligatoria". La cuestión aquí es que, aunque los políticos insistan en una participación "voluntaria" de los acreedores privados, las agencias de calificación llevan tiempo advirtiendo que tal medida, en todo caso, será interpretada como un default de Grecia.
"En cualquier caso, es su decisión, y después nosotros adoptaremos todas las decisiones apropiadas respecto al Eurosistema en línea con nuestras obligaciones estatutarias", añadió. Asimismo, Trichet negó que cualquier autoridad haya planteado que tanto Grecia como Irlanda o Portugal abandonen el euro, y rehusó valorar las consecuencias que una decisión de estas características tendría porque "es una hipótesis de trabajo que nadie contempla".
En esta línea, defendió que el euro, como moneda estable, ha sido "un éxito" y, en su conjunto, la zona euro está menos endeudada y tiene un déficit inferior en comparación con Estados Unidos o Japón. Sin embargo, señaló que tampoco es momento para la complacencia, ya que es necesario avanzar sobre todo en la fortaleza de la vigilancia de las políticas económicas de cada Estado.
"Doce años después del lanzamiento de la moneda única, puedo decir que el euro está aquí, que es creíble y que ha mantenido la estabilidad de precios mejor aún de lo que se esperaba", afirmó.