Grecia, Irlanda y Portugal han solicitado el rescate de la UE en los últimos meses. De hecho, los mercados ya dan por descontada la quiebra de Atenas y sólo queda por saber en qué condiciones se gestionará ese proceso. Ahora, todos los ojos miran hacia España. Los responsables políticos aseguran que es un caso completamente diferente al de sus vecinos. El problema es que el proceso de las últimas semanas se parece cada vez más al que siguieron aquellos en los momentos anteriores a su caída.
Este jueves han coincidido dos crisis, una en el lado económico y otra en el político-social que han disparado las alarmas sobre la capacidad de aguante española. Por un lado, las imágenes de los indignados cercando el Parlamento catalán han dado la vuelta al mundo. Por otro, la prima de riesgo española se acercaba a sus máximos, al mismo ritmo al que Grecia se acercaba a la línea roja de no retorno. La primera consecuencia: el Tesoro no ha sido capaz de cubrir sus expectativas en la subasta celebrada este jueves.
Prima de riesgo
Sin duda, el problema más grave para la economía española es la espiral alcista de la prima de riesgo que este jueves ha vuelto a rozar los 290 puntos, el máximo que alcanzó en noviembre, cuando se produjo la crisis irlandesa. Aunque aún está lejos de los 1.500 puntos de Grecia, los 863 de Irlanda o los 790 de Portugal, también es cierto que no hace tanto estos mismos países rondaban los 300 puntos a los que se acerca España a toda velocidad.
A pesar de todo, la prima de riesgo se tomó un respiro al findal de la sesión del mercado secundario de deuda pública y cerró en 274 puntos básicos, aunque a media sesión, el riesgo país de España, que se mide con la rentabilidad del bono nacional a diez años y el alemán se situaba en 289,5 puntos básicos, con un interés del 5,758%, el mayor desde febrero del años 2000, frente a los 264 puntos básicos en los que cerró el miércoles, según los datos del mercado secundario recopilados por Europa Press. Esto quiere decir que no sólo España se aleja de la referencia alemana debido a que ésta mejore su situación, sino que también será cada vez más caro para el Gobierno español financiarse, y este año tiene varios compromisos muy delicados en el mercado de deuda.
Los analistas destacaban los efectos en el mercado de la incapacidad de la Unión Europea y el Banco Central Europeo (BCE) para alcanzar un acuerdo sobre el segundo plan de ayuda para Grecia. El riesgo país de España, que se mide con la rentabilidad del bono nacional a diez años y el alemán -considerado el más seguro- del mismo plazo, alcanzó el pasado 30 de noviembre su máximo histórico al situarse al cierre de la sesión en 289 puntos básicos (en aquellos días se sucedían las noticias sobre el inminente rescate a Irlanda).
Una subasta fallida
Toda esta tensión sobre el mercado de deuda se trasladó a la subasta que el Tesoro celebró por la mañana y en la que pretendía colocar hasta 3.500 millones en obligaciones. Hay que recordar que la rentabilidad de la que hemos hablado hasta ahora hace referencia al precio pagado en los mercados secundarios (lo que los tenedores de deuda española piden a los posibles compradores para que se queden con el papel con un descuento), mientras que el Tesoro lo que hace es poner nuevas obligaciones sobre la mesa y espera a ver cómo reaccionan los inversores.
El resultado de este jueves no ha sido demasiado positivo. España ha tenido que pagar por sus obligaciones a quince años el interés más alto desde el año 2000. Todo esto quiere decir que Hacienda tendrá que pagar más por sus intereses en los próximos quince años, porque ya ha adquirido esa obligación con los compradores.
De esta manera, de los 2.839,5 millones de euros adjudicados, 1.513,15 correspondieron a obligaciones a quince años con un interés marginal del 6,043 %, lo que representa una subida de apenas tres décimas por encima del 5,70 % de la anterior emisión pero sitúa su rentabilidad al nivel más alto desde el año 2000, la última vez que habían superado el 6 %.
El resto de lo colocado fueron 1.326,35 millones de euros con vencimiento a ocho años y un interés marginal del 5,371 %, y la demanda de las entidades para ambos instrumentos superó los 6.700 millones de euros. El martes, España colocaba más de 5.400 millones de euros en letras y, aunque tuvo que pagar algo más que en la anterior subasta, encontró una fortísima demanda -cerca de 17.000 millones- por parte de las entidades financieras.
Barcelona-Atenas
Todo esto se producía en una jornada marcada por los incidentes de los indignados en Barcelona, que numerosos analistas han comparado con la huelga general que tenía lugar en Atenas. En principio podría parecer que estos incidentes no tienen demasiada relación con lo ocurrido en la prima de riesgo, pero todo ayuda a impulsar la imagen de España como un lugar poco propicio para invertir.
Está claro que las administraciones públicas hispanas tienen un grave problema de deuda pública. Como hemos visto, cada vez les sale más caro financiarse y podría haber un momento en el que no encontrasen quien les prestase dinero. Con el déficit y la deuda disparados, lo único que puede calmar a los inversores es un plan creíble de lucha contra el déficit. Hasta ahora, ninguno de los presentados por el Gobierno ha sido capaz de alterar la tendencia.
El problema es que los indignados protestan precisamente contra estos recortes y amenazan con ocupar las calles cada vez que haya nuevas reducciones de gasto público. Una imagen de debilidad ante este movimiento podría llevar a los inversores a pensar que no se acometerán en serio los cambios necesarios (como ha ocurrido con la reforma laboral y de la negociación colectiva) y que no se rebajará lo necesario el déficit público.