Nada nuevo bajo el Sol. El sucesor de Trichet al frente del banco Central Europeo (BCE), el italiano Mario Draghi, continuará la senda iniciada por el francés: la construcción de los Estados Unidos de Europa, a través de la creación de un Tesoro único, los polémicos eurobonos y la armonización fiscal a nivel comunitario.
El candidato a la presidencia del organismo emisor defendió el martes la creación de bonos europeos como posible solución a la crisis de la deuda soberana que azota la zona del euro, aunque, a su juicio, debe estar acompañada de una unión económica "más estrecha" entre los países. "No veo otra salida", declaró Draghi en una comparecencia ante la comisión de Asuntos Económicos del Parlamento Europeo, quien consideró necesario "tener un bono para tener una unión fiscal" en la Unión Europea (UE).
En este sentido, Draghi consideró imprescindible que los países europeos y las instituciones comunitarias profundicen y amplíen los mecanismos de colaboración económica. "O bien somos una unión o bien estamos unidos por unas reglas, por las instituciones o por un presupuesto. De momento ni una cosa ni la otra", dijo el todavía gobernador del Banco de Italia.
"Los eurobonos podrían tener sentido si Europa no sólo se mantiene como una unión monetaria sino también como unión fiscal y presupuestaria", argumentó. "La eurozona no puede ser simplemente un área monetaria común [...] Necesitaríamos crear un segundo sistema de reglas, similar a los criterios de Maastricht y el Pacto de Estabilidad para generar las condiciones previas que posibiliten el crecimiento", añadió. Draghi se refirió así a la necesidad de coordinar más estrechamente la política económica y fiscal de los socios comunitarios.
Aunque entiende el "temor" de algunos países, como Alemania, de que un bono europeo se convierta de facto en "una transferencia" de países con las finanzas públicas saneadas a países con problemas de deuda, insistió en que es preciso adoptar medidas a largo plazo ya que, en su opinión, la crisis actual obliga a "terminar una fase antes de empezar a pensar en la próxima". Y esta nueva fase apunta en todo caso a la configuración de un super-estado europeo, un auténtico "Gobierno económico", tal y como ya avanzaron Trichet, Alemania y Francia.
Trichet lanzó un órdago a finales del pasado año al proponer la unión fiscal entre países y un Tesoro único pare emitir eurobonos a nivel comunitario. El guante fue recogido posteriormente por París y Berlín, y su primera iniciativa en este ámbito fue el llamado Pacto de Competitividad o Pacto del Euro. Hace escasos días, y siguiendo esta misma línea, Trichet propuso crear un Ministerio de Economía único a nivel comunitario. Draghi tratará de impulsar este proyecto al frente del BCE.
La quiebra de Grecia
En cuanto a Grecia, el italiano defendió la negativa del BCE de reestructurar la deuda pública helena, tal y como defiende Alemania y el propio Bundesbank. El italiano comparte la posición del regulador monetario europeo, que se ha mostrado contrario a reestructurar la deuda griega por miedo a que sea percibido como una situación de bancarrota.
Según Draghi, una bancarrota dejaría sin resolver el elevado déficit público griego y causaría graves pérdidas o incluso llevaría a la quiebra a las instituciones bancarias que poseen la deuda griega, lo que obligaría a recapitalizarlos. Aseguró que, actualmente, no se sabe "cómo gestionar una crisis soberana" y, por tanto, las autoridades económicas y políticas tampoco saben "cuáles son los principales canales de contagio" en la economía en caso de fallida de un país.
En este sentido, Draghi recordó que existe una gran cantidad de credit default swaps (CDS, en sus siglas en inglés, seguros sobre un título de deuda) sobre la deuda de países como Grecia, por lo que podría darse "una cadena de contagio" que sólo sería evitable si se conociera quiénes son los dueños de estos productos. Hay "participantes dispuestos a explotar una situación de fallida mal gestionada", aseveró.
Por ello, el italiano se mostró más favorable a que, en todo caso, la participación de los acreedores en el segundo rescate de Grecia sea "voluntaria", y la llamada Iniciativa de Viena podría cumplir con ese requisito. Esta idea surgió en 2009, durante la crisis de deuda de los países de Europa Central y del Este.
El FMI, el BCE y los países afectados se reunieron con los principales bancos presentes en la Europa emergente para tratar de llegar a un acuerdo que favoreciera a todas las partes. Su objetivo era prevenir una salida descoordinada y a gran escala de los diferentes bancos presentes en la región, asegurando que la matriz de estas entidades mantendría su exposición a la deuda del país afectado, asegurando la recapitalización de las oficinas de la región y consensuando las medidas para salir de la crisis.
La Iniciativa de Viena permitió que los bancos recibieran liquidez y determinadas ayudas a cambio de mantener la exposición en los países afectados por la crisis de deuda. Los socios comunitarios discuten esta posibilidad frente al intercambio de bonos que plantea Alemania.
"Hay básicamente dos iniciativas que están bajo discusión. Una es la Iniciativa de Viena, que para mí es completamente voluntaria", dijo Draghi, "la otra es un canje de deuda, que no he entendido si es voluntario o si podría terminar siendo obligatorio", señaló. "El BCE no está a favor de reestructurar o de hacer descuentos (quitas), deberíamos excluir todos los conceptos que no sean puramente voluntarios o que tengan elementos obligatorios", concluyó.