Primero. Se gastan lo que no tienen en guerras mundiales y nos quitan el dinero de verdad respaldado por oro y nos dan papelitos de colores.
Segundo. Se comen los ahorros de la seguridad social y donde antes había una hucha ahora vivimos al día con perspectiva negativa.
Tercero. Se vuelven a gastar lo que no tienen, nos empeñan por generaciones para su gasto público y hacen que los papelitos de colores valgan menos que los del monopoly.
Cuarto. Nos roban las rentas mediante subida de impuestos y tasas que entregan a despilfarradores, corruptos, banqueros ineptos e inversiones subrrealistas.
Quinto. Nos roban los ahorros dando un interés menor que la inflación y legislando para impedir la guerra de depositos.
Sexto. Una vez conseguido nuestros depositos y nuestros impuestos vía FROB se niegan a ofrecer prestamos a nuestros conciudadanos.
Septimo. Id bajándoos los gayumbos y pasad la vaselina (quien tenga para vaselina).
¿crowding out?. Es discutible. Es más, es dudoso que lo que está ocurriendo en España con motivo de la crisis de la construcción pueda asociarse a la “expulsión” del sector privado por el sector público. Más bien, lo que está sucediendo es un intento de “suplencia” (parcial e insuficiente, por más señas) de una parte del sector privado productivo que ha entrado en barrena (la construcción) por la iniciativa pública.
La caída de prestamos a familias y a empresas no se relaciona (íntegramente al menos) con este proceso de “sustitución”, sino que puede ser un efecto lógico; consecuente con la caída del poder adquisitivo de las familias y de la actividad económica deducida de la crisis de la construcción.
A un tipo de interés del 17% anual en prestamos al consumo (es lo que se está ofertando hoy en el mercado); ¿qué grado de desesperación o inconsciencia debe alcanzar una familia para decidirse a tomar tal préstamo?