Los derechos humanos, según los entienden la ONU en general y el "progresismo" español en particular, son los grandes desconocidos de este mundo, o eso es lo que debe supone Trinidad Jiménez, razón por la cual ha decidido convocar subvenciones para "el desarrollo, la mejora del conocimiento y el fortalecimiento de los derechos humanos en las distintas esferas" (sic), por supuesto a través de las habituales ONG, entidades sin fin de lucro a las que se entrega anualmente este dineral.
Por la propia formulación de los objetivos pretendidos con este reparto de dinero público, no se trata de que las omnipresentes ONG realicen ninguna acción efectiva para garantizar el ejercicio de los derechos humanos allende nuestras fronteras, sino que lo único que se les pide a cambio de trincar la pasta es que realicen alguna actividad destinada a esparcir el conocimiento de estos derechos, es decir, la pura propaganda.
Así pues cualquier seminario, curso, exposición o ciclo de conferencias podrá ser financiado con este dinero, y cuanto más lejos de España mejo porque así el presupuesto se incrementa y la ONG beneficiaria recibe una subvención mayor.
La valoración de estas solicitudes entra, como siempre, en el reino de la discrecionalidad, pues uno de los méritos a juzgar para la determinación del importe del trinque es la experiencia en este terreno –es decir, el haber recibido subvenciones para esto mismo en años anteriores-, y la "existencia de interlocución entre la entidad solicitante y el ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación", de forma que cuanto mayores son la experiencia y la interlocución, mayor es la subvención de que se va a poder disfrutar.
El importe que los españoles vamos a entregar en esta ocasión es modesto comparado con lo habitual en estos casos, 350.000 euros, pero sumado a las convocatorias que realizan todas y cada una de las comunidades autónomas y los grandes ayuntamientos por este mismo concepto, lo cierto es que da sobradamente para el mantenimiento de los varios cientos de ONG dedicadas a esta industria de la solidaridad con dinero ajeno. La prueba es que ninguna de estas organizaciones solidarias se queja del trato financiero recibido, ni siquiera en momentos de grave crisis como los que atravesamos. Por algo será.