Los mentideros políticos manejaban todo tipo de hipótesis sobre la auténtica razón de que un más que amortizado Manuel Chaves, cuyo mandato en Andalucía no ha podido ser más catastrófico, volviera al Gobierno central y además como vicepresidente, bien es cierto que de tercera división. Pues bien, ahora ya sabemos que Zapatero integró en su equipo de gobierno al padre de Marta e Ivancito con una elevada misión: la elaboración del I Plan de Igualdad entre hombres y mujeres en la Administración General del Estado.
Lo primero que constata el departamento del expresidente andaluz, metido ahora en harinas igualitarias, es que, felizmente para todos los españoles (y españolas), en la administración hay aproximadamente el mismo número de hombres y mujeres. De hecho, a Dios gracias, hay un 52% de mujeres por un 48% de hombres, aunque esta circunstancia no exija correcciones, dado que no es el sexo femenino el ligeramente perjudicado.
También constata el estudio coordinado por Chaves que los candidatos que aprueban las oposiciones son paritarios y que las retribuciones económicas en función de cada puesto de trabajo son exactamente las mismas para uno y otro sexo, faltaría más. O sea, que no puede decirse que las funcionarias estén discriminadas como el mismo Plan publicado en el BOE certifica, aunque asombrosamente eso no es motivo para deshacerse de semejante mamotreto y poner a los funcionarios que se han ocupado de su elaboración a hacer algo de provecho, sino todo lo contrario.
De hecho, este I Plan de Igualdad parido por el Ministerio de Política Territorial y Administración Pública que dirige Chaves, crea de la nada una comisión interministerial para seguir haciendo estudios sobre la igualdad de las mujeres y los hombres en la función pública e implantando "políticas de igualdad" por doquier, de tal forma que a partir de ahora habrá otro nuevo órgano en la administración, con sub-órganos replicantes en los niveles inferiores de la pirámide administrativa, en los que, naturalmente, entrarán como miembros (y miembras) los imprescindibles representantes sindicales, indemnizaciones salarales y dietas mediante.
El texto de este Plan de Igualdad no hace referencia alguna a los recursos públicos que se han invertido en su elaboración ni lo que nos van a costar todas esas nuevas comisiones creadas al efecto.