El brote de la bacteria E. coli Enterohemorrágica amenaza con castigar duramente al sector hortofrutícola español. La crisis del pepino está ya en su segunda semana y no sólo no amaina sino que el temporal parece que crece por momentos. Casi una decena de países han adoptado medidas en contra de las verduras españolas. Los empresarios calculan que podrían perder hasta 200 millones de euros a la semana. Mientras, se ha desatado una sucesión de declaraciones y búsqueda de culpables que podría desembocar en una guerra comercial en cualquier momento. Y todo ello a las puertas del verano, la temporada álgida de consumo de verduras frescas.
Las víctimas
Sin duda, la consecuencia más dolorosa del brote infeccioso son las 13 víctimas mortales que ha causado la bacteria. Además, hay más de 1.200 personas afectadas, unas 250 de ellas de cierta gravedad. Hasta ahora, han sido las mujeres adultas las más afectadas, pues sólo se ha registrado la muerte de un varón.
El problema es que las autoridades sanitarias han advertido de que el período de incubación puede estar en unos diez días, por lo que se espera que haya numerosos casos que vayan apareciendo en los próximos días. La primera víctima mortal de la enfermedad acudió al hospital el pasado día 16 de mayo y hasta el día 25 ó 26 la prensa no comenzó a hacerse eco de la posible epidemia. De hecho, las autoridades alemanas están preparando sus hospitales en previsión de una posible ola de afectados para los próximos días.
Desde el punto de vista económico, este panorama es muy poco halagüeño para los productores. Por un lado, la enfermedad estará en las portadas de los periódicos durante un mes aproximadamente, desde que se conocieron los primeros casos hasta que se acabe el goteo de pacientes que acudan a los hospitales con síntomas similares. Además, en casos como éste, incluso aunque se detecte el foco de donde surgió la bacteria y las autoridades hagan llamamientos a la calma, los consumidores suelen actuar con un plus de precaución y los productos asociados sufren las consecuencias durante meses. Así, en la crisis de las vacas locas, los ganaderos tuvieron ventas inferiores a las habituales durante casi un año.
El cruce de acusaciones
En esta crisis, además, se da la circunstancia de que, a pesar de todo el tiempo transcurrido, todavía no se ha establecido con claridad de dónde salió el foco contaminador. Mientras esto no se aclare, las verduras provenientes de España estarán estigmatizadas. A pesar de las quejas de agricultores y de las autoridades nacionales, puesto que se ha señalado sin tener una idea clara de dónde pudo producirse la infección, lo cierto es que en media Europa se piensa que las culpables son las verduras españolas. Y hasta que no haya un dictamen preciso, será difícil cambiar esa idea.
El Gobierno ha protestado y ya ha anunciado que en 48 horas se conocerán los exámenes realizados en nuestro país, en todas las explotaciones afectadas. La ministra de Agricultura, Rosa Aguilar, ha advertido de que no permitirá que se "distragia la atención" y se siga haciendo daño "gratuitamente al sector". Esta postura ha sido respaldada por todas las agrupaciones agrícolas, que se quejan de que se les ha declarado culpables sin un juicio previo.
Hasta ahora sólo se sabe que 3 de los 4 pepinos analizados provenían de España, en concreto de Andalucía, pero no hay ninguna seguridad de que no hayan podido contaminarse en el camino o en el mercado central de Hamburgo, de donde han salido las verduras contaminadas.
Mientras, Alemania también está haciendo sus propios análisis y el Gobierno español ha pedido a las autoridades comunitarias que tomen cartas en el asunto, para averiguar cuanto antes de donde viene la infección. En estos casos, vuelve el problema de la incertidumbre. Ningún Gobierno querrá señalar directamente a sus productores o a un mercado tan grande como el de Hamburgo, por lo que la verdad puede perderse en un cruce de acusaciones mutuas. Por eso, es habitual que los consumidores tomen la calle de en medio y dejen de comprar estos productos. De hecho, aunque la acusación iba dirigida en un principio a las verduras españolas, los agricultores alemanes ya han elevado sus voces, puesto que también ellos están sufriendo fuertes pérdidas.
Prohibiciones
Toda esta confusión que rodea a la llamada crisis de los pepinos está extendiéndose a velocidad de vértigo, a otros productos y países. De hecho, en estos momentos son casi una decena los estados europeos que han impuesto algún tipo de restricción a la venta de verduras españolas. Algunas son leves y sólo tendrán consecuencias en las empresas origen de los pepinos contaminados (incluso aunque no tengan ninguna culpa), pero otras son, directamente, prohibiciones que afectan a todo el sector hortofrutícola español.
Así, en países como Bélgica, Dinamarca, Luxemburgo, Hungría o República Checa se están retirando de los expositores partidas que llegan de España. En Austria, a los pepinos se sumaron los tomates y berenjenas procedentes de la empresa en cuestión. En Alemania, hace ya días que las autoridades aconsejan no comprar ni consumir ninguna de estas verduras. Y el paso más llamativo lo dio ayer Rusia, que prohibió la importación de cualquier verdura proveniente de Alemania y España.
Si, como parece probable, el número de casos va en aumento y no se detecta rápidamente el foco de la infección, no sería extraño que medidas similares se aprobasen en otros estados, con las catastróficas consecuencias que esto tendría. En un momento clave, al comienzo de la campaña de verano, la estación en la que más verdura fresca se consume, una extensión de este tipo de prohibiciones a la venta pondría contra las cuerdas a los agricultores españoles.
Es complicado hacer cuentas del impacto económico de una crisis de esta naturaleza. A lo largo del fin de semana, cuando todavía no se habían aprobado algunas de las restricciones, los agricultores españoles calculaban que podían estar perdiendo entre 7 y 8 millones diarios. Este lunes, la cifra subía hasta los 200 millones semanales. Y cuanto más dure la incertidumbre sobre la enfermedad y su origen, más crecerán estas pérdidas y a más productos afectará la caída de las ventas.
Para los productores hispanos, el mayor peligro es que la crisis acabe en falso, sin un diagnóstico claro de lo que ha ocurrido. Entonces, serían ellos los señalados (aunque sólo sea porque fueron los primeros de los que se habló) e, incluso, podría desatarse una guerra comercial entre países, con los políticos pidiendo que se consuman de forma prioritaria los productos nacionales.
Ayudas
Ante el más que previsible impacto en la agricultura española, el Gobierno se ha apresurado a asegurar que pedirá a la UE ayudas al sector. Rosa Aguilar ha reiterado que planteará la posición española a la ministra alemana del ramo en el Consejo Europeo informal de mañana en Hungría, al igual que a su Presidencia, ya que se está dañando al sector español y la Unión Europea "debe tomar cartas en el asunto".
En este sentido, ha anunciado que el Ministerio activará todo los mecanismos previstos en la UE "para recuperar el daño indebido a los productos españoles", y ha recordado que en el marco de la Organización Común de Mercado (OCM) hortofrutícola se pueden activar ayudas para el sector, que se implementarán con el respaldo del MARM.