A nadie debería sorprender este dato. Es más, deberíamos ser conscientes que un incremento del ahorro pondría en peligro (aún más) la pervivencia de un modelo económico fundamentado en un consumo “compulsivo”.
Este hecho constituye la más grave (por irresoluble) “contradicción” del “nuevo” capitalismo (el capitalismo consumista): ¿Cómo financiar indefinidamente una economía que requiere un permanente crecimiento fundamentado en un consumo irrefrenable?.
Tal vez, esta “contradicción” está en la base de la crisis actual.
Dos tercios de los españoles malviven al día.
Interesantísimo artículo, que pone de relieve la gran diferencia que hay entre "ganar dinero" y "tener dinero". Mucha gente que gana un buen dinero vive en la ruina, pero lo disimulan con un tren de vida envidiable (por donde se les van todos sus ingresos, más el monto de las deudas que han contraído). Otros viven modestamente, ganan poco, parece que no tienen un duro, pero son muy ahorrativos y podrían sacar de un apuro momentáneo a otro que viviera mucho mejor, prestándole una importante suma de dinero.
Es significativo que sean los holandeses los más previsores y ahorrativos. Tal vez tenga algo que ver con la tradición calvinista, que está en el origen de la mentalidad capitalista, basada en la austeridad, el ahorro y la inversión. Ahora el capitalismo, como señala Deoses, se asocia al consumismo, pero en su origen estaba asociado a la austeridad y el ahorro.
Es fundamental para una vida en libertad disponer de autonomía financiera (es decir, no depender únicamente de las rentas del trabajo). De otro modo, siempre estás "pillado". Si dejas de brazear, te vas al fondo en un santiamén, y acabas necesitando la ayuda del Estado, o de tu familia. Has de rezar para que no vengan mal dadas, porque no estás preparado para ello.
Mal que le pese a Krugman y a toda la tropa de los keynesianos, urge fomentar el ahorro y la inversión productiva. En lugar de comprar una casa por encima de nuestras posibilidades, tal vez sea mejor ahorrar una parte de nuestros ingresos e invertirlo a largo plazo en actividades productivas a través del mercado financiero. Así, a la hora de la jubilación (e incluso antes, dependiendo del nivel de renta de cada uno, de su capacidad de sacrificio y de su habilidad a la hora de invertir) seríamos ricos.