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Emilio J. González

La economía pide a gritos generales ya

Ese Gabinete zombie no está en condiciones, ni por asomo, de seguir gestionando la difícil situación económica.

Los resultados del 22-M han despejado mucho la situación política, pero han complicado, aún más si cabe, la económica. Las urnas han convertido al Ejecutivo de Zapatero en el Gobierno más debilitado de la historia de nuestra actual democracia, en un cadáver político aún por enterrar. Ese Gabinete zombie no está en condiciones, ni por asomo, de seguir gestionando la difícil situación económica.

Hoy por hoy, hay que tomar decisiones muy duras o muy impopulares para superar la crisis. Hay, por ejemplo, que aprobar de una vez por todas una auténtica reforma laboral que sirva para que las empresas puedan sobrevivir y generar puestos de trabajo; hay que meter un tajo drástico al gasto público en todos los niveles de la Administración, empezando por reducir el número de efectivos y siguiendo por redefinir por completo en qué y por qué se gasta el dinero de los contribuyentes –acabando con tanta subvención, tanto despilfarro y tanto latrocinio como hay en este país–; hay que formular una nueva política energética que apueste claramente por el átomo; hay que hacer, en definitiva, muchas cosas que no van a gustar a mucha gente, especialmente a quien hace de todos estos asuntos una cuestión ideológica o un asunto de beneficio personal. Sin ello, nunca saldremos de la crisis.

Acometer semejante tarea, sin embargo, requiere capacidad tanto de liderazgo como de sacrificio. Hoy los socialistas carecen de las dos. El Gobierno de Zapatero está más débil que nunca y, en estas condiciones, no va a tomar una sola decisión que pueda restarle votos si, después de la debacle política sufrida este fin de semana, quiere cuando menos salvar los muebles en las próximas generales. Además, a partir de ahora, cualquier decisión que tome el Ejecutivo puede ser muy contestada por aquellos que, tratando de defender sus intereses particulares o ideológicos, quieran aprovechar precisamente esa situación de debilidad política para tratar de mantenerlos a cualquier precio en contra del interés general. Y, después de los resultados que han arrojado las urnas este domingo, este Ejecutivo, que ha hecho del enfrentamiento con el PP uno de los principales ejes de su política, va a tener más que difícil llegar a los acuerdos necesarios para resolver nuestra crisis fiscal, con unas administraciones territoriales dominadas en su gran mayoría por los ‘populares’. Pero la alternativa no es seguir de brazos cruzados, sin hacer nada, a la espera de que ocurra un milagro. Por ello, la única salida es disolver ya las Cortes y convocar elecciones generales. Si ZP no quiere hacerlo, los propios socialistas deberían obligarlo a ello.

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