El Gobierno volverá a subir los impuestos. Es tan sólo cuestión de tiempo y, sobre todo, de oportunidad política. Es decir, lo hará muy posiblemente tras las elecciones autonómicas y locales para evitar así el impacto electoral de tal medida. La razón de este nuevo ajuste estriba en que los Presupuestos Generales para el presente ejercicio están basados en unas previsiones económicas nuevamente erróneas, en los abultados (y aún ocultos) agujeros presupuestarios de las comunidades autónomas y en una evolución del déficit estatal peor de la prevista.
Y puesto que recortar gasto público no es, precisamente, "socialista", Zapatero y sus ministros apretarán un poco más las tuercas al sufrido contribuyente. Y como antaño, una de las excusas para justificar tal expolio consistirá en afirmar que los impuestos que pagan los españoles son muy bajos, tal y como muestra la presión fiscal. El problema, sin embargo, es que tal indicador es engañoso y maniqueo, ya que tan sólo mide el volumen total de impuestos en función del PIB. El desplome de la recaudación fiscal como resultado de la crisis económica atenúa de forma sustancial esta variable, ocultando de paso una realidad más que evidente: el contribuyente medio paga más impuestos gracias a las subidas aprobadas por Moncloa.
Sin embargo, el Gobierno se cuidará muy mucho de no airear tal certeza. Así, frente a la "presión fiscal", la clave para medir el nivel real de impuestos que paga anualmente es el denominado "esfuerzo fiscal". Y éste no ha dejado de aumentar. Hacienda se apropió en 2010 del 39,6% del sueldo real (bruto) de los trabajadores frente al 38,3% de 2009, y eso sólo contando la tributación directa por IRPF y cotizaciones sociales. De este modo, Zapatero aplicó en España la mayor subida de impuestos directos del conjunto de países desarrollados, tan sólo superado por Islandia. Como resultado, los contribuyentes españoles pagan ahora casi cinco puntos porcentuales más que la media de la OCDE, soportando así una de las fiscalidades más duras de la UE ¡Todo un logro en un país gravemente empobrecido!
Pero ahí no queda la cosa. Si a los directos se suman los indirectos –que también han subido–, la imagen del contribuyente español es para echarse a temblar: un trabajador apenas dispone libremente del 53% de su sueldo tras cumplir con el Fisco o, dicho de otro modo, Hacienda se embolsa de media el 47% de la renta bruta anual. No está nada mal. Así, por ejemplo, un asalariado soltero y sin hijos con un sueldo bruto de unos 1.600 euros apenas ingresará en el banco 1.000 euros limpios al mes, cuantía que se reducirá a apenas 800 una vez satisfecha la extensa y gravosa tributación indirecta que impone el Gobierno. El Estado pasa factura, y todo apunta a que ésta se encarecerá aún más en breve. Recuérdelo la próxima vez que alguien del Ejecutivo argumente que la "presión fiscal en España es baja" porque, simplemente, es mentira.