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Zapatero se esconde detrás de los sindicatos en el aniversario del tijeretazo

Este jueves se cumplen doce meses desde que el presidente anunció en el Congreso su primer gran plan de recortes.

José Luis Rodríguez Zapatero celebrará el primer aniversario del tijeretazo con Cándido Méndez, Ignacio Fernández Toxo y Juan Rosell. El presidente del Gobierno ha convocado en la Moncloa a los agentes sociales, que llevan varias semanas en conversaciones sobre la reforma de la negociación colectiva.

El encuentro tiene varias lecturas. Por una parte, sorprende la premura en la convocatoria, que incluso ha obligado al presidente a suspender un viaje a Noruega, donde hay una reunión de partidos socialistas europeos. Por otro lado, el apretón de manos con sindicatos y patronal será una foto comentada en plena campaña electoral. Por último, culmina una semana movida para el presidente, al que le han recordado el plan de recortes sociales con el que sorprendió a los españoles hace doce meses. Zapatero ha subido el tono y se le ha visto furioso, acusando de mentir "como bellacos" a aquellos que digan que ha hecho "recortes sociales" (algo que, por otro lado, el mismo admitió en su momento).

Y, por encima de todas estas consideraciones, planea la sombra del tijeretazo, aprobado hace ahora justo un año.

Un fin de semana en Bruselas

El fin de semana del 7 al 9 de mayo de 2010 fue especialmente movido en Bruselas. Los ministros de Economía de la eurozona se reunieron con la crisis griega de fondo. Las finanzas públicas de varios países (fundamentalmente Grecia, Irlanda, Portugal y España) estaban al límite. Los mercados no confiaban en sus gobiernos y la deuda soberana disparaba su precio: nadie esta dispuesto a prestar dinero a los tesoros de estas naciones.

De aquellas largas noches salió un compromiso para crear un Fondo de Rescate dotado con 750.000 millones de euros (de los que el FMI aportaría 250.000, la Comisión Europea 60.000 y el resto los países de la eurozona) para ayudar a los estados en apuros. A cambio, los responsables de estos países se comprometían a un estricto plan de reformas que consiguiera poner en orden sus finanzas. Los líderes europeos saludaron el acuerdo como un triunfo del proyecto común y aseguraron que este instrumento alejaba los peligros de quiebra y sería suficiente para tranquilizar a los mercados.

Desde entonces, no sólo la situación griega no ha mejorado demasiado (lo que iba a ser un rescate que le permitiría cumplir con sus acreedores se ha transformado en una quiebra que ya se da casi por segura), sino que Portugal e Irlanda han recorrido el mismo camino y han tenido que pedir que se les rescate, como a Atenas.

Ahora, todas las miradas se dirigen hacia España. El Gobierno asegura que ya se han hecho las reformas. Desde Alemania y Bruselas, el Angela Merkel y la Comisión Europea aseguran que es un caso completamente diferente a los anteriores (aunque decían los mismo antes de la caída de Lisboa y Dublín).

El tijeretazo y sus consecuencias

Lo cierto es que el 12 de mayo de 2010 José Luis Rodríguez Zapatero se presentó en el Congreso en teoría para informar de los acuerdos alcanzados en Bruselas. En realidad, lo que hizo fue presentar el tijeretazo, el plan de recortes que le ha perseguido desde entonces. Todo el discurso económico del presidente giraba hasta entonces en torno a la idea de que el PSOE saldría de la crisis sin recortar lo que denominan "derechos sociales". Con la congelación de las pensiones, la rebaja de sueldo a los funcionarios, la subida de impuestos o el recorte en las ayudas a la Ley de Dependencia, ese discurso se venía abajo. Desde entonces, muchas cosas han cambiado en el presidente del Gobierno, incluso su físico (ha envejecido de forma evidente desde comienzos de 2010). ¿Qué queda del Zapatero al que sus seguidores le pedían tras ganar las elecciones de 2004 que no cambiase?

En primer lugar, sorprende la virulencia con que ha respondido esta semana Zapatero a sus críticos. Más allá de que nos encontremos en plena campaña electoral, la reivindicación de su política económica (incluso contradiciéndose a sí mismo) ha sido constante en los últimos días. Hace sólo unos días, en el programa de Eva Hache, repetía: "No engañé con la crisis, es auténticamente una falsedad radical".

Sin embargo, los cambios son evidentes. El primero es sin duda su propia presencia al frente del Gobierno. Hace poco más de un año casi nadie hablaba de la sucesión y se daba por hecho que se presentaría a la reelección.

También han cambiado algunos de sus mantras en materia económica. Su repetido eslogan de que el PSOE saldría de la crisis sin aplicar recortes sociales cayó con estrépito. Los planes de gasto público que fomentarían la demanda y reanimarían la economía (Plan E, Plan 2000E,...) se cerraron y de ellos nunca más se supo. Los ataques a los especuladores se cambiaron por road shows del propio Zapatero, Salgado y Campa en busca de inversores internacionales.

Lo que no ha cambiado

Otras cosas no han cambiado apenas en estos últimos doce meses. Por un lado, la prima de riesgo de España sigue por encima de los 200 puntos, igual que en junio de 2010. La deuda pública crece y hay dudas sobre si el Gobierno será capaz de cumplir el objetivo de déficit en los próximos años. Las reformas –laboral, pensiones y de la negociación colectiva- van a ser mucho menos profundas de lo que se preveía y no van a atacar algunos de los problemas estructurales de la economía española.

Y las previsiones apuntan a que el paro se mantendrá en el entorno del 20% al menos hasta 2015, mientras que la economía no crecerá a buen ritmo en los próximos dos ejercicios. Mientras, Zapatero prepara una foto en Moncloa con los sindicatos. ¿Qué ha cambiado desde aquel lejano 12 de mayo?

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